AL DEBATE

Declaración de Buenos Aires. CELAC

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Pascualina Curcio Curcio (Venezuela)


A continuación se presentan una serie de artículos de la Dra. Pascualina Curcio Curcio, en donde expone la problemática presente en el ámbito económico venezolano y sus propuestas al respecto.

DOLARIZAR

Por Pasqualina Curcio C.

La peor de las apuestas. Resulta muy preocupante escuchar a quienes plantean la dolarización de la economía venezolana como solución a la hiperinflación. Dolarizar es reconocer formalmente la moneda del enemigo como la moneda de circulación nacional. No solo significaría la derrota para el pueblo venezolano en el marco de esta guerra no convencional y multidimensional, es entregar nuestra soberanía a quien sin piedad y sin cuartel nos ha declarado la guerra desde 1999. Pero además, es adoptar una de las monedas cuyo desplome es inminente: los ingleses, los rusos, los chinos y los franceses desesperadamente se están desprendiendo del papelillo verde.

Quien paga pone la música 

La dolarización formal, lo cual no ha ocurrido, se concreta cuando se decide que el dólar será la moneda de circulación nacional en lugar del bolívar. Quien provee esta moneda es la Reserva Federal de los EEUU, es decir, nuestro enemigo. Cuántos dólares nos enviará dependerá de la cantidad de reservas internacionales que tengamos para respaldarlos. 

Dicen que  “quien paga es el que pone la música”. El gobierno de EEUU impondrá las condiciones de la dolarización. Exigirá la privatización de PDVSA y de las industrias básicas, principales generadoras de divisas. Al entregar estas industrias a los capitales privados, la probabilidad de aumentar las reservas internacionales tiende a cero. Cada vez que necesitemos más dinero, es decir, más dólares, para fortalecer nuestras políticas sociales, para construir hospitales, escuelas o subsidiar alimentos, dependeremos de lo que decida la Reserva Federal.

Al no tener suficientes reservas internacionales que respalden la llegada de los billetes verdes, la única opción será endeudarnos, lo que hará eterna nuestra dependencia económica al imperialismo estadounidense. Ellos decidirán por nosotros. 

Parte de guerra 

Toda guerra, aunque esta sea no convencional, se planifica por fases. Hay una primera fase de gestación, que inició en 2006 cuando el enemigo comenzó a preparar el terreno para atacar nuestra moneda, el bolívar. En ese momento creó el portal “La lechuga verde” a través del cual manipulaba diariamente el tipo de cambio con respecto al dólar. La segunda fase, la de hostigamiento inició en 2010 con la creación de Dolartoday, portal web a través del cual intensificaron en agosto 2012 el ataque al bolívar incidiendo cada vez más sobre su depreciación manipulada e induciendo la inflación. 

A finales de 2017 iniciaron la tercera fase de esta guerra, la de asedio: arremetieron contra el bolívar derivando en hiperinflación. Desde la segunda fase hasta nuestros días, el enemigo ha atacado y manipulado el precio de nuestra moneda 29.862.393.456%, lo que equivale a decir que ha logrado depreciarla en esa magnitud. En 2012 el tipo de cambio era 8,69 BsF/US$ y hoy es 2.595.042.000 BsF/US$.

La cuarta fase de las guerras es la invasión y la quinta la consolidación del sistema imperial. 

El dólar ha traspasado nuestra frontera económica, ha logrado entrar, pisar y transitar en nuestro territorio. Ha permeado en nuestra economía. Nos está invadiendo. 

La invasión del enemigo a través de su moneda se explica, por lo menos, por dos razones: 1) el despiadado ataque y bombardeo contra el bolívar que ha derivado en su depreciación y desconfianza y 2) la disminución de la cantidad real de bolívares en la economía, consecuencia de la trampa monetarista que ha sido colocada por el propio enemigo y en la que cayó el BCV, lo cual le ha dejado cada vez más espacio al dólar. Al no disponer de suficientes bolívares para realizar las transacciones, el dólar se presenta como una opción. Ante la retirada del bolívar, el dólar ha ocupado el territorio. En términos de doctrinas de guerra es la manifestación del Bolivarianismo versus el Monroismo. 

Es deber de todos nosotros los venezolanos y bolivarianos, que queremos una patria libre, independiente y soberana, enfrentar al enemigo. Es nuestra obligación evitar que continúe invadiendo nuestro territorio con su moneda. Lograr que retroceda e impedir que avance a la quinta fase de la guerra, la consolidación del sistema imperial, lo cual equivaldría a la dolarización formal de nuestra economía, es tarea de todos y por mandato constitucional, es obligación del BCV.

Fracaso del “modelo” económico imperial

Paradójicamente, cuando el mundo entero ya no halla qué hacer con los dólares, nosotros le damos cancha. Rusia se desprendió del 84% de los dólares que tenía en sus reservas, el presidente del banco de Inglaterra dijo que el mundo debía avanzar hacia un sistema en el que el dólar no siga siendo la moneda de referencia. Lo propio hicieron los franceses, mientras que los chinos avanzan a paso firme con su petro-yuan respaldado en oro. Ya no le tienen confianza al dólar. 

Por lo menos tres grandes errores se han cometido en la humanidad en lo que respecta a lo económico: 1) haber otorgado, en 1944, el privilegio al dólar estadounidense de servir como única moneda de referencia mundial; 2) haber permitido a EEUU, en 1971,  desprenderse del patrón oro y respaldar el dólar en la “confianza”; 3) dar licencia, con la hegemonía del dólar, a que EEUU impusiese su sistema de producción y distribución capitalista.

Hoy, la economía estadounidense es la más endeudada del Planeta, debe US$ 21 billones, sus reservas internacionales no le alcanzan para pagar ni el 2% de la deuda, requiere 67 veces la cantidad de oro  que tiene en sus bóvedas para saldarla, oro que ni siquiera hay en cantidades suficientes a nivel mundial. Su balanza comercial es deficitaria desde hace décadas y el crecimiento de su economía se ubica por debajo del promedio mundial. Razones de sobra para que no exista confianza alguna en el dólar cuyo valor es, no por casualidad, cada vez menor. 

El imperialismo estadounidense, fase superior del capitalismo, no solo se encuentra en franco deterioro, además ha demostrado ser el sistema económico más desigual del Planeta. Entre 1970 y 2010, la desigualdad en EEUU ha aumentado 136,53%, superando con creces los niveles registrados a inicios del siglo pasado. A partir de 1970, los incrementos del PIB en el país norteamericano han estado siempre acompañados de aumentos de la desigualdad. Van de la mano.

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INDEXACIÓN DE LOS BANQUEROS 

Por Pasqualina Curcio C.

Es sorprendente escuchar a quienes, profesando el monetarismo, critican la propuesta de indexar toda la economía de manera que no sean solo los precios de los bienes y servicios los que aumenten cada vez que criminalmente atacan el bolívar, sino que, en la misma proporción se ajusten automáticamente los salarios, el presupuesto público de gastos, los impuestos sobre la renta y como condición necesaria, la cantidad de dinero.

Decimos que sorprende por lo contradictorio entre su discurso y su accionar. Dicen que no es posible ajustar/indexar los salarios ni el presupuesto público porque no hay dinero para hacerlo y por supuesto recalcan su principal dogma que reza que el incremento de dinero “inorgánico” causaría inflación, como si los precios no hubiesen incrementado previamente a consecuencia del ataque al bolívar. De hecho ¿no es acaso y justamente por ese aumento previo de los precios de los bienes que se solicita el aumento del salario y del gasto e inversión públicos?

Sin embargo, ¡oh sorpresa! Los mismos que repiten que no es conveniente indexar los salarios son los que acaban de indexar los créditos de la banca. Aprobaron en enero de este año fijar los montos de los créditos e intereses a una “unidad de cuenta” que depende del tipo de cambio (Resolución del BCV publicada en la Gaceta Oficial N°42.050, 19-01-2021).

Veamos un ejemplo para explicar en qué consiste esa medida.

Si un productor pide un préstamo de 100 Bs hoy y debe pagarlo en 6 meses, lo que va a devolver al banco no son los 100 Bs, sino que debe calcular a cuánto equivalen, en dólares, esos 100 Bs hoy en día (para eso utiliza la unidad de cuenta que aprobó el BCV para los banqueros la cual a su vez depende del tipo de cambio) y devolver esa cantidad de dólares convertidos en bolívares, pero al tipo de cambio que habrá en 6 meses. Supongamos que hoy es 1 BS/US$, entonces su crédito es por 100 US$, por lo tanto, en 6 meses debe regresarle al banco 100 US$. Pero si de repente el imperialismo arremete contra el bolívar y en 6 meses este es 1.000.000 Bs/U$, ese productor debe devolver a la entidad financiera no 100Bs sino 1.000.000Bs.

¿De dónde sacará el productor ese 1.000.000 de bolívares para honrar su crédito bancario? Obviamente del aumento de los precios de las mercancías que vende, claro está, si logra que se las compren dados los bajos salarios reales. Ante tamaña deuda repentina en bolívares, necesariamente el BCV deberá aumentar la cantidad de dinero. Le preguntamos a los monetaristas ¿Por qué este dinero adicional amarrado a la indexación de los créditos bancarios no generaría inflación, en cambio la indexación salarial y del resto de la economía si implicaría un aumento de los precios? ¿Tiene ese dinero alguna particularidad por el hecho de que protege al banquero y no al trabajador? ¿El dogma monetarista discrimina entre burgueses y obreros? ¿Entrampados en su propia teoría? Por lo menos un mínimo de coherencia entre el discurso y la acción sería conveniente.

Mientras continué el ataque al bolívar es necesario indexar la economía y establecer una unidad de cuenta, pero no solo a los banqueros.

Premisas y aclaratorias

Partimos del hecho público y notorio que los precios de todos los bienes se están ajustando de acuerdo con las variaciones del tipo de cambio, a su vez sometido a un ataque permanente, sistemático y criminal por parte del imperialismo. 

La indexación de la economía no necesariamente detiene el ataque al bolívar, pero impide el deterioro de las condiciones de vida del pueblo trabajador venezolano que es el principal objetivo del imperialismo en el marco de la guerra económica. Ante cada ataque al bolívar habría una respuesta y ajuste automáticos del salario real y del gasto del Estado impidiendo la caída del consumo en los hogares y del gasto del gobierno.

Esta propuesta requiere, necesariamente revertir la decisión del BCV de disminuir la cantidad de bolívares en la economía, que dicho sea de paso ha caído más del 90% desde 2013 en términos reales. Por el contrario, es necesario ampliarla, lo que nos permitiría, además, reconquistar los espacios cedidos con respecto a la circulación del dólar (soldado estadounidense de las guerras no convencionales) que sigue avanzando y ocupando nuestro territorio. 

Somos conscientes de que habrá contra ataques del imperialismo que pudiesen reflejarse en más ceros a la derecha. Pero insistimos: entre la decisión de los ceros a la derecha y el deterioro de las condiciones de vida no hay disyuntiva, por lo menos no en revolución. Es una estrategia de degaste por parte de los gringos, pero es menos probable que, en esta guerra, nuestros soldados, es decir, la clase obrera y el pueblo trabajador todo, se cansen teniendo cubiertas sus necesidades materiales a que, por el contrario, tengan un poder adquisitivo que tiende a cero. 

Además de indexar la economía, sigue siendo estratégico tomar medidas paralelas para derrotar definitivamente el ataque al bolívar, principal arma de la guerra económica contra el pueblo venezolano, incluso más poderosa que el propio bloqueo financiero. Desde el 2015 estamos haciendo propuestas al respecto. 

¿Indexar al tipo de cambio o a los precios? Preguntemos a la burguesía 

En términos estrictos, la indexación salarial y del resto de la economía debería hacer usando como referencia la inflación, es decir la variación de los precios, en lugar de hacerlo con respecto al tipo de cambio. Sin embargo, hay dos problemas que se nos presentan.

En primer lugar, un subregistro de la inflación por parte del BCV que no está reflejando la verdadera variación de los precios. Está muy por debajo y se correría el riesgo de nuevos rezagos de salarios y gasto público. Segundo, los precios de los bienes y servicios varían inmediatamente una vez que el imperialismo publica el tipo de cambio manipulado en sus portales web, mientras que, el BCV, en el mejor de los casos, publica los datos de inflación cada 3 meses.

Con el propósito de que el resto de la economía (salarios, gasto público, impuestos y dinero) se mueva en la misma proporción y velocidad que los precios de los bienes y servicios, la unidad de cuenta que se establezca debe basarse en la misma variable que utiliza el burgués para ajustar el precio de sus productos, es decir, el tipo de cambio. Y si no, preguntemos a los banqueros que, tontos no son. El BCV no indexó el crédito bancario al índice de precios, lo hizo referenciándose al tipo de cambio. Por algo sería.

Estamos ante la presencia de una clara manifestación de la lucha de clases. Por un lado, los asalariados batallando por un ajuste del poder adquisitivo que ha caído 99% desde 2013 y por otra parte, la clase burguesa en su máxima expresión, el capital financiero representado por los teóricos monetaristas, que ya lograron la indexación de sus ingresos (los créditos bancarios). En cuanto al capital corporativo, desde hace rato, desde que lo alertamos en 2015, se está indexando al tipo de cambio.

En la próxima entrega detallaremos la propuesta de la indexación de la economía en Venezuela que, como hemos mencionado, en esencia coincide con la de Tony Boza y Juan Carlos Valdez. 

https://ultimasnoticias.com.ve/noticias/especial/indexacion-de-los-banqueros-pasqualina-curcio/

SALARIOS EN LA EMPRESA PRIVADA Y EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA 

Por Pasqualina Curcio C.

El poder adquisitivo de la clase obrera en Venezuela, también conocido como salario real, ha caído 97% desde agosto de 2018. La causa determinante de tal desplome la hemos comentado en varias ocasiones: ha sido el aumento veloz y desproporcionado de los precios de todas las mercancías a nivel nacional, incremento que se enmarca en la guerra económica y criminal contra el pueblo venezolano por parte del imperialismo estadounidense y que ha estado siendo inducido mediante la manipulación del tipo de cambio del bolívar con respecto al dólar.

Desde agosto 2018 hasta mayo 2020 el tipo de cambio fue manipulado 326.237%, pasó de 60 BsF/US$ a 19.580.000.000 BsF/US$, o sea 195.800 de los bolívares soberanos si le sustraemos los 5 ceros de la derecha, ocasionando un aumento de 716.308% de los precios (inflación) según datos del BCV. Mientras tanto, los salarios nominales han aumentado pero, muy lento y en menor proporción: tan solo 22.122% durante el mismo período, pasando de 1.800 BsS en agosto 2018 a 400.000 BsS en mayo 2020.

En la empresa privada. Si bien el gobierno bolivariano, como respuesta a la guerra económica ha buscado proteger al pueblo venezolano, en particular a la clase asalariada, a través de bonos de la plataforma Patria; sistemas de salud y educación universales y gratuitos y subsidio de alimentos a través de las bolsas de comida CLAP, la brecha entre los salarios y los precios no solo se hace cada vez más grande manifestándose en un deterioro del poder adquisitivo, sino que al mismo tiempo y en la medida en que el salario real se hace cada vez menor la ganancia de la burguesía, o sea el grado de explotación, aumenta en la misma proporción. 

Es un asunto de la cada vez más desigual distribución de la riqueza consecuencia de la hiperinflación inducida. La secuencia es la siguiente: el imperialismo ataca la moneda, inducen la depreciación del bolívar, el precio de todas las mercancías, excepto el de la fuerza de trabajo, aumenta y por lo tanto también los ingresos de la burguesía, al permanecer estancados los salarios, ese dinero adicional que le ingresa al dueño del negocio debido al aumento de los precios va a parar a sus bolsillos bajo la figura de ganancia. Entre 2016 y 2017 la explotación del trabajador aumentó 42%. 

Urge aumentar el salario. En agosto de 2018, a pesar de que el incremento fue histórico, 3.710%, también fue relativamente bajo por el rezago que arrastraba: medio petro equivalente a 1.800 BsS y a 30 US$ ni siquiera cubría la lista de 27 rubros de alimentos “acordada” con la burguesía para aquel entonces.

No obstante y siguiendo ese mismo parámetro del salario mínimo mensual de medio petro, éste debería ser hoy equivalente a BsS 6.309.533 y no 400.000 BsS. (el petro se cotiza en BsS 12.619.066,35).

Alegan algunos economistas de la derecha y también de “izquierda” que no pueden incrementarse los salarios porque no hay recursos suficientes en la economía, argumento que se cae por su propio peso. En el caso del sector privado, insistimos, el dinero sí está pero desigualmente repartido. Está en los bolsillos de la burguesía cuyas ganancias han incrementado en hiperinflación en la medida en que, mientras han aumentado los precios y obtienen mayores ingresos, han pagado menores salarios en términos relativos: según el BCV, en 2016 por cada bolívar destinado a la remuneración del salario iban a parar 21 a la cuenta del capitalista, lo que ya era una grosería, en 2017 esa razón pasó a ser 1 por 30. Estamos esperando que el BCV publique las cuentas consolidadas de 2018 y 2019 para actualizar estos números. Nuestra hipótesis es que son más desiguales dada la mayor hiperinflación. 

Es muy probable que en el momento en que se decrete un aumento de salarios, el imperialismo arremeta con el ataque al bolívar induciendo un incremento de precios y viéndose nuevamente deteriorado el poder adquisitivo. Así ocurrió en agosto de 2018, así ha ocurrido siempre. Nos preguntamos: ¿no ajustamos entonces el salario aunque sea la clase obrera la que se vea afectada? Haya o no aumento de salarios intensificarán el ataque al bolívar cuando a ellos mejor les parezca y, siguiendo su patrón de comportamiento, en vísperas de elecciones, muy probablemente lo harán. 

Urge 1) revisar el salario mínimo establecido en medio petro de manera que cubra las necesidades del trabajador y de su prole; 2) ajustar su equivalente en bolívares cada vez que, su unidad de cuenta, el petro, varíe; 3) aumentar el porcentaje de las utilidades distribuidas al trabajador, mecanismo previsto en el artículo 131 de la Ley Orgánica del Trabajo. Los tres meses de utilidades contemplados en la ley es una cifra marginal con respecto al valor de la fuerza de trabajo que el burgués no retribuye al asalariado. 

El objetivo de este último punto, además de disminuir la explotación del trabajador y con ella la injusticia en la distribución de la riqueza, es garantizar que cada vez que aumenten los precios de las mercancías (mecanismo de explotación por excelencia conjuntamente con el aumento de la productividad) ese dinero adicional que ingresa por concepto de ventas no vaya a parar exclusivamente a las cuentas bancarias del burgués sino que se distribuya al obrero manteniendo, incluso disminuyendo, la proporción entre la ganancia y el salario. 

Estas propuestas pueden lucir, para algunos, simples reivindicaciones laborales. No obstante, mientras no superemos el modo de producción basado en la propiedad privada y concentrada de los medios, pero además, mientras no acabemos con el arma más poderosa de esta guerra económica, el ataque al bolívar, es necesario garantizar a la clase obrera y a su prole las condiciones para seguir dando la pelea.

Decía Marx en 1865: “¿…la clase obrera debe renunciar a defenderse contra las usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos para aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar temporalmente su situación? Si lo hiciese, veríase degradada en una masa uniforme de hombres desgraciados y quebrantados, sin salvación posible. Creo haber demostrado que las luchas de la clase obrera por el nivel de los salarios son episodios inseparables de todo el sistema del trabajo asalariado, que en el 99 por 100 de los casos sus esfuerzos por elevar los salarios no son más que esfuerzos dirigidos a mantener en pie el valor dado del trabajo, y que la necesidad de forcejear con el capitalista acerca de su precio va unida a la situación del obrero, que le obliga a venderse a sí mismo como una mercancía. Si en sus conflictos diarios con el capital cediesen cobardemente, se descalificarían sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura.”

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Salario, producción y dinero en guerra económica 

Por Pascualina Curcio C 

Hay quienes bajo un dogma monetarista pretenden cerrar el debate con una frase: “no hay dinero pa´ salarios”. A esta afirmación y con el mismo tono de rendición le añaden otras: “no podemos ajustar los salarios si no producimos”. Culminan diciendo: “estamos bloqueados por el imperialismo”.

Parten de un diagnóstico errado. No es el bloqueo económico impuesto por EEUU la principal causa del deterioro del salario, claro que influye, pero no es lo determinante. Lo que más peso ejerce es el ataque al bolívar que ni siquiera incorporan en su discurso, presumimos que tampoco en sus análisis a pesar de que, el propio imperialismo ha confesado que es una de las armas de la guerra económica que ha usado contra los venezolanos. A partir de ese diagnóstico equivocado comienzan a entramparse en contradicciones y paradojas incluso en sus propias teorías. Lo mostraremos con un ejemplo sencillo.

Imagine una economía donde solo se produce pan. Todos los días se producen y consumen 10 panes a un precio de 1 bolívar cada uno. Por lo tanto, se necesitan 10 bolívares en esa economía para poder producir y consumir esa cantidad de panes. De repente, al día siguiente, un agente externo interviene en la dinámica propia de los mercados y ataca el bolívar, manipula el tipo de cambio y con su poder mediático dice que éste ya no es 1 Bs/US$ sino 1.000.000 Bs/US$.

Los que producen panes, en su lógica de maximización de ganancia y con el argumento de la “reposición de inventario” incorporan esa variación del tipo de cambio, aunque sea ficticia, en su estructura de costos y en 24 horas remarcan el precio del pan fijándolo en 1.000.000 de bolívares cada uno. Los únicos que no tienen el poder de ajustarse al nuevo tipo de cambio son los trabajadores, a menos que el Estado interceda por ellos. Cualquier parecido con nuestra realidad es a propósito, incluso en magnitudes.

¿Qué hacemos con los panes? Son pocos quienes podrán demandar y comer pan a 1.000.000 de bolívares cada uno. Si se quiere seguir produciendo y sobre todo consumiendo los 10 panes, ahora se necesitan más bolívares circulando en esa economía, específicamente 10.000.000 en vez de 10 (surge de multiplicar los 10 panes por 1.000.000 de bolívares cada uno). Los panes se van a dañar. No hay quien los compre todos. Los panaderos hornearán menos panes.

El ataque al bolívar, que es un fenómeno externo a la dinámica de los mercados, dio como resultado un aumento del precio del pan que, dado un salario fijo, implicó una caída del poder adquisitivo, una disminución de las cantidades demandadas y producidas, pero sobre todo y lo más importante, una disminución del consumo por parte de los pobladores de ese país.

Mientras esta situación de asedio persista en esa economía, los panaderos, por muy buenas intenciones que tengan, no aumentarán la producción de pan ni que le exoneren todos los impuestos, ni que le otorguen infinidad de concesiones y ni que el Estado le regale las divisas. ¿Para qué van a producir si nadie se los va a comprar?

Entonces, le preguntamos a los monetaristas: si ustedes afirman que para poder aumentar los salarios primero hay que aumentar la producción ¿cómo piensan hacer si, de hecho, la producción no va a aumentar hasta tanto el panadero observe un incremento de la demanda de su pan, para lo cual, primero es necesario que aumente el salario de quienes los demandan? ¿Están o no entrampados en su propia lógica y en su propia teoría?

La única manera de resolver esta paradoja es aumentando la cantidad de dinero que circula en la economía en la misma proporción que aumentan los precios. Dinero que debe destinarse a estimular la demanda por la vía, entre otros, del consumo de los hogares, y para ello es necesario, orientarlo hacia el aumento de los salarios nominales en la misma proporción que los precios, a eso se le conoce como indexación.

Para quienes insisten en el argumento, también dogmático, de que un aumento de dinero “inorgánico” generará inflación porque no está respaldado en la economía real y por lo tanto en la producción de bienes, debemos decir que es falso. Ese aumento de dinero estará respaldado en la producción de los 10 panes, ni más ni menos. Esa economía tiene la capacidad de producirlos sin que eso se vea reflejado en un incremento de los precios. ¡Ah! ¿Con más ceros a la derecha? Pues sí, pero en una situación en la que el pueblo trabajador podrá comer sus 10 panes diarios.

Veamos ahora qué ocurre en la economía venezolana: ha habido una depreciación inducida del bolívar por el orden de 234.009.360.274% desde 2013 consecuencia de la manipulación política del tipo de cambio, lo que ha generado incrementos de 59.840.139.762% de los precios durante el mismo período. Los salarios solo han aumentado 5.783.132.430%. La excusa para no ajustarlos en la misma proporción que los precios, ha sido que “no hay dinero”. Obviamente, ante tamaño ataque criminal contra el bolívar nunca habrá suficiente dinero tal como mostramos en el ejemplo del pan. En esta situación, el BCV, entrampado en su propia lógica monetarista, en lugar de aumentar los bolívares en la misma proporción que los precios y el tipo de cambio, lo que ha hecho es disminuirlo 92% en términos reales entre 2013 y 2020.

¿Qué ha logrado con esta medida además de abrirle espacio al dólar? No ha impedido la caída de la producción que ya va por 70% a pesar de todas las concesiones otorgadas a los capitales nacionales e internacionales. Mucho menos ha recuperado el salario real, por el contrario, este ha caído 99% entre 2013 y 2020, impactando en una caída de 50% del consumo de los hogares, 30% del gasto del gobierno y 88% de la inversión (estas caídas son entre 2013 y 2017, no tenemos los datos desde el 2018 pero no debieron haber mejorado).

En cuanto al otro argumento que rezan los de la escuela de Friedman acerca de que no se debe aumentar la cantidad de dinero porque genera inflación, debemos recordarles, incluso basándonos en su propia teoría que la economía venezolana está produciendo muy por debajo de la capacidad instalada, según Conindustria, al 22%. Así que cualquier aumento de la cantidad de dinero no se traducirá en aumento de precios. En términos económicos, nos encontramos en el tramo elástico de la oferta agregada, muy lejos de la plena capacidad de producción, cualquier aumento de la demanda agregada, consecuencia de una política monetaria expansiva, implicará aumentos de la producción nacional mientras el nivel de precios permanecerá relativamente constante, ceteris paribus la oferta agregada.

En el marco de un ataque al bolívar y de una guerra económica, la única manera de aumentar la producción nacional es estimulando la demanda mediante el aumento de la cantidad de dinero, el cual debe redireccionarse necesaria y exclusivamente a través del Estado para financiar el gasto y la inversión públicas, los salarios de sus trabajadores y por tanto el consumo en esos hogares, lo que a su vez permitirá dinamizar la economía como un todo que, bajo un efecto multiplicador llegará también a los sectores privados. Esta política monetaria expansiva debe estar acompañada por una reforma tributaria que, además, permita redistribuir la riqueza la cual, durante los últimos años, ha sido exageradamente apropiada por la burguesía aprovechándose del fenómeno hiperinflacionario. 

https://pasqualinacurcio.wixsite.com/pasqualinacurcio/single-post/salario-producción-y-dinero-en-guerra-económica

Desaceleración de la inflación en Venezuela 

Por Pascualina Curcio Curcio 

Según datos del BCV ha habido una desaceleración de la inflación en nuestro país los últimos dos años. En términos coloquiales esto significa que, aunque los precios de todos los bienes y servicios de la economía (excepto el precio de la fuerza de trabajo) no han dejado de subir, lo han hecho en menor proporción. Es así como, según las publicaciones del organismo competente en la materia, el año 2018 la inflación fue 130.060%, en 2019 fue 9.585% (menor que en 2018) y en 2020 estuvo alrededor de 1.460%. La inflación es la variación de los precios de los bienes y servicios de la economía en un período determinado. 

El BCV se atribuye un gran logro en su política monetaria. Sin duda, pasar de 130.060% a 1.460% de inflación luce una disminución considerable de la variación de los precios. Sin embargo, con el ánimo de contribuir a tener una mejor aproximación a la realidad que permita un diagnóstico acertado de la situación económica, pero sobre todo con el ánimo de contribuir a realizar una lectura política correcta, haremos dos precisiones. 

1.- Subregistro de la inflación 

Con el propósito de estimar el precio de las canastas alimentaria y básica procedimos a aplicar una metodología que consiste en tomar el último precio publicado de dicha canasta y actualizarlo a la fecha utilizando la variación de los precios. Partiendo del año 2014 obtuvimos que para el cierre de 2020 el precio de dicha canasta sería BsS. 12.694.569,14. Es el caso que ese monto no cubre los 50 productos que componen la canasta para un hogar de 5,2 miembros durante un mes. Alcanzaría escasamente para un cartón de huevos, 1 kg. de queso, 1 de pollo y 1 de harina de maíz. Si lo llevamos a dólares, equivalen a US$ 8,46. 

Procedimos entonces a estimar el precio de la canasta alimentaria basándonos en las variaciones del tipo de cambio y no en la inflación publicada por el BCV, sobre todo porque desde hace varios años, los precios de la economía se están referenciando al tipo de cambio, aunque este sea ficticio y manipulado políticamente. Para dicha actualización del precio de la canasta alimentaria nos basamos en el 2004 (es el año en el que la distorsión entre el tipo de cambio oficial y el paralelo era mínima). Obtuvimos que el precio de la canasta alimentaria para el 2020 era igual a BsS. 287.875.288 lo que equivale a US$ 192. Monto más ajustado a nuestra realidad. El precio de la canasta básica se calcula multiplicando el de la alimentaria por dos, resultando US$ 384. 

El índice nacional de precios y por lo tanto la inflación publicados por el BCV no están reflejando correctamente lo que ocurre en la realidad. La subestimación de los precios no solo afecta los cálculos del costo de la canasta alimentaria, afecta también las estimaciones de pobreza y cualquier cálculo que implique deflactar. 

2.- “Logros del BCV” 

Es posible que haya habido cierta desaceleración de la inflación, no en las magnitudes que publicó el BCV como ya demostramos antes, pero probablemente en 2019 y 2020 esos niveles no hayan sido superiores a los de 2018, 130.060%. Hacemos esta afirmación porque la inflación depende de la variación del tipo de cambio y esta última fue menor en 2019 (7.385%: pasó de 730 BsS/US$ a 5470 BsS/US$) y en 2020 (2642%: pasó de 5.470 BsS/US$ a 1.500.000 BsS/US$). En 2018 la variación fue 65.494%.

Dicen los del BCV que esa disminución de la variación del tipo de cambio fue gracias a ellos, a su política monetaria contractiva y al hecho de que redujeron la cantidad real de bolívares en la economía, lo que hizo que la gente no tuviese con qué comprar dólares y no presionaran el mercado cambiario al alza. A nuestro modo de ver esa es una lectura peligrosamente errada de lo que está ocurriendo. 

Primero, el tipo de cambio en Venezuela, desde hace rato (lo alertamos en 2015) no depende de la oferta ni de la demanda de divisas, no depende de la dinámica económica, ni de si hay o no suficiente dinero en la economía para adquirir dólares, depende de la manipulación política por parte del imperialismo a través de portales web, por cierto, arma de guerra ya develada por el senador republicano Richard Black. 

Segundo, el objetivo de esta arma de guerra no es alterar el mercado cambiario, no es modificar el tipo de cambio, ni siquiera es inducir la inflación, el verdadero objetivo es la desestabilización política usando como medio la economía, el objetivo es generar un gran malestar en la población acompañado de un discurso de supuesta crisis humanitaria en el que responsabilizan al presidente Nicolás Maduro, a sus políticas y al modelo socialista, para derrocar la revolución. En este sentido, el objetivo del enemigo, más que aumentar los precios es generar pobreza y hambre, en tanto y en cuanto ese aumento de precios implique un deterioro del ingreso de los hogares. Así actúa esa arma de la guerra económica. 

Tercero, dicho lo anterior, al imperialismo no le importa que la inflación sea mayor o menor, lo que si le interesa es que el deterioro del salario real o poder adquisitivo sea mayor, que los ingresos de los hogares sean menores y que la pobreza y el hambre aumenten. En 2018 los precios aumentaron 130.060% y el poder adquisitivo cayó 23% con respecto al 2017, pero en 2019, a pesar de que la inflación fue menor, 9.585%, el poder adquisitivo cayó 76% al compararlo con el del 2018 que ya de por sí había caído; en 2020, la inflación fue 1.460% y el salario cayó 50% más, generando un deterioro acumulado del poder adquisitivo de 90% entre 2017 y 2020 a pesar del “menor” ataque al bolívar. Entre 2013 y 2020 ese deterioro ha sido de 96%. 

Es el caso que la principal razón por la que no se han aumentado los salarios nominales es justamente por la política monetarista restrictiva que, en medio de una hiperinflación ocasionada por el ataque a la moneda, ha implicado una disminución real de 91% de la cantidad de bolívares desde 2013.  

Pongámonos en los zapatos del imperialismo, ¿tendrá algún sentido aumentar aún más la variación del tipo de cambio si su principal objetivo, llevar a cero el salario real, ya casi lo logra? Incluso ¿será necesario intensificar más el ataque al bolívar para posicionar el dólar si la disminución del 91% de los bolívares ya le abrió cancha? 

La inflación es un indicador que, si bien mide el comportamiento de la economía, no puede analizarse de manera aislada, en revolución los indicadores importantes son los sociales, es el poder adquisitivo o salario real y no solo los precios, es la pobreza, es el consumo, es la desigualdad. Son esos los indicadores los que debemos monitorear para entonces afirmar si ha habido o no logros. 

Visto así nos preguntamos, la desaceleración de la inflación ha sido un logro de quién, y sobre todo para quién y a costa de quiénes.  Analicemos más bien hasta qué punto no haber aumentado la cantidad de dinero en la economía ha contribuido con los objetivos del enemigo de pulverizar el salario real en la medida en que, bajo el dogma monetarista ha sido la razón esgrimida para contener el ajuste de los salarios nominales. 

La lectura de los manuales monetarista no es la que aplica en este momento. Estamos en medio de una guerra económica. Si esto no se comprende, la lectura económica y política de la realidad será equivocada al punto de caer en el error de atribuirnos los logros que le pertenecen al enemigo. 

https://pasqualinacurcio.wixsite.com/pasqualinacurcio/single-post/desaceleración-de-la-inflación-en-venezuela

    




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