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Américo A. Briceño D (Venezuela)

 La pandemia como motor para la acumulación del capital.  

Por Américo Antonio Briceño Dossantos

Definitivamente los pobres y trabajadores somos quiénes pagamos el peso de una crisis. La Covid-19 ha traído consigo una estela de desamparó, desempleo y muerte. Pudiendo constatar ello en la estimación presentada por la Organización Internacional del Trabajo que señala que el continente americano ha perdido 93 millones de puestos de trabajo de 40 horas semanales, de los cuáles 65 millones (casi el 70%) se habrían perdido en América Latina y el Caribe. Y es que lo primero que se pierde con esta pandemia es la dignidad, seguida de la salud que resulta en desempleo, o en el mejor de los casos en congelamientos de sueldos y salarios, y finalmente, y en el peor de los casos, la vida. 

¿Y Que hay de los ricos? Ellos bien, gracias. Al parecer, solo por el "gran esfuerzo" que de manera individual realizan, sus riquezas aumentan. Un caso ejemplar se encuentra en Brasil, paraíso de los empresarios y mandatarios con concepciones teológicas de la prosperidad del capital, donde según la organización humanitaria Oxfam un conjunto de 42 multimillonarios brasileños aumentaron desde el pasado mes de Marzo sus ya gruesas fortunas en un total de 34.000 millones de dólares, al tiempo que sus patrimonios líquidos sumados pasaron de 123.000 millones de dólares a 157.100 millones de dólares para inicios del mes de julio. Pero además 8 nuevos millonarios surgieron en América Latina y el Caribe desde el pasado marzo, lo que indica que 52 millones de personas junto con las otros 65 millones más pasarán a engrosar las filas de los desempleados y volverán a la pobreza en la región, esto según datos que han aportado las diversas organizaciones que integran Oxfam. 

El panorama pinta y ha pintado positivo para los ricos durante esta pandemia. La premisa superior de maximizar la tasa de ganancia ha develado que el mecanismo de despidos laborales rinde los frutos necesarios y esto aún más si es acompañado de la colocación del capital en las buenas manos de la oferta en materia de salud que el libre mercado propone. Por ejemplo, es un problema de salud pública el coronavirus pero su solución ha sido llevada a la esfera de lo privado, de lo individualmente ha resolver. El tributo a la muerte que rinde el capitalismo no sería nada sin antes ofrecer liturgia al individuo y encender el sahumerio de los seguros privados que ahuyentan y desmontan la política de la buena sanidad pública. Pero ¿cómo pago un seguro privado si me acaban de despedir? hermano, ore, ore a dios que él le devuelve el empleo y su salud.

Nosotros los pobres y obreros somos el holocausto que alimenta la fe al dios capital. En nuestros cuerpos se vive la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalista; de nuestro trabajo enajenado emerge el elixir de vida que alimenta al sistema, la plusvalía; y de la negación de nuestro tiempo de vida se sacia el sujeto capitalista su vida de lujos. 

Pero ¿tenemos alternativa en esta sociedad pandémica? Sí, una sociedad pos pandémica, esa que desde ya nos invita a reinventarnos para ser mejores explotados en casa. No necesito salir de casa para ser igual o mayormente explotado, sólo necesito las ganas de reinventarme y de comerme al mundo para que algún bonachón rico o algún gobierno empático me proponga pagarme menos de 10 centavos de dólar por hora por un trabajo que le genera de 7 a 10 dólares de ganancia por hora o que directamente añada cierto valor agregado a la sociedad. Y si hay muchos problemas con los connacionales siempre estarán dispuestos los explotados en otro país que se hunde en la miseria de sus imposibilidades técnicos-dependientes de progresar. 

Sí, las cosas las pintan buenas los ricos, mientras a nosotros los pobres nos hacen pelear por la pintura con que pintaremos sus lindas vidas. Ante esto ¿qué me queda a mí como pobre? Yo me aventuro en lanzar unos puntos que me han servido para orientar mi vida política, pregúntese: 1) ¿es usted rico o pobre? 2) ¿defenderías los intereses de los ricos o de los pobres? 3) ¿cuantos pobres conoces que estarían dispuestos a defender sus intereses como pobres? Una vez completada estas sencillas preguntas ubique un proveedor de teoría política socialista confiable, inscríbase en una organización que defienda dichos intereses y milite siempre bajo la premisa de que: ¡un mundo mejor para los pobres es posible! 

https://www.aporrea.org/actualidad/a293528.html

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