A continuación una serie de artículos y entrevistas de la Dra. Ana Esther Ceceña, coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, experta en temas sobre economía, geopolítica y sistema mundo.
Homenaje de la ISA a Immanuel Wallerstein
Por Ana Esther Ceceña
Agradezco a Sari
Hanafi, Geofrey Players y Chris Dunn, por invitarme a ser parte de este hermoso
homenaje a uno de los intelectuales más importantes de nuestro tiempo.
Wallerstein fue un pensador que tenía un enfoque crítico sobre la modernidad, y
que se comprometió a desvelar su temporalidad, sus tramas y fragilidades, para
hacer un aporte para trascenderla, o al menos, como él dijo, su versión
capitalista.
Aquí hablaré de
tres conceptos, que son fundamentales no solo para comprender el pensamiento de
Immanuel Wallerstein, sino también para profundizar en las pistas que propuso,
con el fin de descifrar la realidad, así como analizarlas críticamente.
Sistema-mundo
Siguiendo los caminos
que Marx y Braudel develaron, Wallerstein acuñó el concepto de sistema-mundo,
viendo las construcciones sociales como procesos complejos y siempre
cambiantes, articulados alrededor de un nodo de coherencia o visión del mundo,
que a pesar de sus interconexiones infinitas y diversas, mantiene un común
significado referencial. Uno problemático, incluso antagónico, sin embargo
cohesivo.
De la idea
marxista de acumulación de capital, al concepto braudeliano de civilización
material y de allí al sistema-mundo de Wallerstein, la inteligibilidad de los
fenómenos sociales ha ido incorporando complejidad progresivamente,
permitiéndonos comprender la composición multidimensional de la vida.
Cuando Immanuel
Wallerstein habló sobre la crisis sistémica, señalando la revuelta cultural del
68 como una escisión o un punto de inflexión, muchos intelectuales rechazaron
la idea. Desde la perspectiva del sistema-mundo, eso no fue más que el primer
signo de un proceso, para luego ser ratificado por la llamada crisis del petróleo
de 1973. Esto también se manifiesta, desde hace 50 años, como el declive
ecológico que se traga. Bosques y selvas, al desertificar la tierra, anula las
condiciones de vida de miles de especies y multiplica exponencialmente las
tasas de extinción, mientras derrite los glaciares, eleva el nivel de los
océanos y calienta el planeta. Es el sistema-mundo, como un todo complejo, el
que pierde su coherencia y, usando las palabras de Wallerstein, se descoyunta.
Para
Wallerstein, este es el momento de la disipación sistémica.
El sistema-mundo
capitalista moderno ya no tiene las condiciones para perpetuarse, porque fue
más allá de su punto de no retorno. Aunque, no hay forma de retroceder porque
avanzar implica distender las correas del ordenamiento social, seguir perdiendo
coherencia y entrar en un profundo proceso de dislocación.
Civilización
material
La materialidad
del sistema-mundo capitalista moderno, inmanentemente ligada a su razón de ser,
se construyó principalmente con combustibles fósiles, plástico, el automóvil y
el cemento, como sus componentes básicos. Con el trigo y la carne como base
dietética, y la codificación del pensamiento en instrucciones binarias, como
una deriva apropiada.
Es esta
civilización material de la modernidad y el sistema-mundo capitalista los que
entraron en un estado de crisis. No tiene marcha atrás, pero tiene un
acelerador corrosivo. En 2019 se alcanzó el pico del petróleo, y después de
eso, no hay forma de cambiar el patrón de consumo energético sin cambiar
críticamente la forma de vida actual. Sin embargo, el modo de vida está
condicionado por esta materialidad, que no observa límite ni límite, en cuanto
al proceso de objetivación o apropiación. El sistema-mundo ha desgastado sus
propias condiciones de perpetuación, la misma civilización material, que le
proporcionó posibilidades, ahora se las quita.
Uno de los
últimos proyectos de Wallerstein, Polarization Project, en el que tuve el
privilegio de participar, reunió a un grupo de investigadores que, bajo su
coordinación, se dispuso a evaluar y analizar los 5 siglos, más o menos, del
actual sistema-mundo. Reveló dos cosas: que es inmanentemente polarizante y,
por lo tanto, no puede conducir al bienestar general, y también al agotamiento
irreversible de su ciclo de vida.
Este sistema
mundial se volvió insostenible.
Bifurcación
El horizonte que
Wallerstein tiene a la vista no es el colapso, sino la bifurcación. Es decir,
la configuración de una visión diferente del mundo, proponiendo diferentes
significados, que logra un nivel de articulación social, que es suficientemente
coherente, para convertirse en el nuevo eje sistémico: es, el advenimiento de
un sistema-mundo diferente, forjado. en el interior mismo del que hoy declina.
Esta bifurcación podría ser virtuosa, como resultado de prácticas emancipadoras
(encontrando una simbiosis entre sociedad y naturaleza, por ejemplo), sin
embargo, también podría ser distópica, construida a partir de las secuelas del
sistema que combate la extinción (al estilo de las soberanías). y
territorialidades del crimen organizado). Immanuel solía decir, las
posibilidades son 50-50.
Debido a la
complejidad sistémica, el futuro es muy incierto. La única certeza que tenemos
es la irreversibilidad de un proceso, una vez que supera su punto de no
retorno.
Tres grupos de
preguntas para la reflexión crítica
El mejor
homenaje que podemos ofrecer a un pensador destacado y profundamente crítico,
como Emmanuel, es seguir caminando, con pasos críticos, por los caminos que
abrió. Así, observando la realidad desde mi lugar de enunciación, bastante
diferente al suyo, a pesar de nuestra cercanía, quiero hacerle tres preguntas a
él, a todos los pensadores wallerstinianos ya mí mismo.
1.- Los procesos
coloniales, también estudiados por él, y las diferentes modalidades de dominio
capitalista, lograron imponer un sistema-mundo mundial, así como dislocar o
subsumir las civilizaciones preexistentes. Sin embargo, el capitalismo actual
pierde impulso y esas civilizaciones emergen cargando sus propias
cosmovisiones, diferentes a las impuestas por el sistema-mundo capitalista, y
también diferentes a las que tenían hace 500 años. Es difícil afirmar que son
sistemas-mundo en sí mismos, incluso espacialmente limitados; sin embargo,
también es complicado afirmar, de manera concluyente, que no lo son.
Wallerstein reconoce la coexistencia de varios sistemas mundiales, economías
mundiales, imperios mundiales y mini sistemas anteriores al moderno. Los
indicios de su existencia apuntan hacia la posibilidad de que más de un sistema
mundial opere al mismo tiempo.
¿Es posible entonces pensar en una secuela del sistema-mundo actual, en el que coexisten diversos sistemas-mundo?
2. Las
emergencias en diferentes partes del mundo, que aparecieron frente a la crisis
sistémica, defienden formas de vida que parecen, en muchos sentidos, diferentes
a la del capitalismo, y parecen corresponder a otras civilizaciones materiales,
vivas, más o menos articuladas. y coherente. Estas civilizaciones tienen
sabidurías (en plural), métodos de generación de conocimiento y formas de
relacionarse con el medio, claramente opuestos a los dominantes.
¿Podemos
entonces pensar en civilizaciones materiales, que se volvieron invisibles,
aunque no destruidas, como entidades con el poder de la auto-reconstrucción?
3. Cuando
Wallerstein habla de bifurcación, lo hace en singular, tal vez pensando en un
sistema-mundo diferente al actual, pero igualmente omnipresente. Sin embargo,
lo que observamos hoy en la realidad es un conjunto de emergencias, que
muestran algunos elementos comunes, aunque difícilmente reducibles. ¿No
deberíamos entonces aceptar la posibilidad de una pluralidad de sistemas
mundiales por venir? Además, concediendo la idea de una pluralidad de
emergencias, estas parecen provenir de dos fuentes: la primera son
civilizaciones que no han sido completamente dislocadas y están en plena interacción
con el sistema-mundo moderno, y la segunda son experiencias que emergen como
productos críticos y contradictorios, generados en las entrañas mismas del
sistema-mundo moderno. ¿Sería posible pensar en una confluencia o fusión entre
ellos? ¿O sería más acertado pensar en una convivencia diferenciada? Y en este
caso, ¿podríamos llamar a eso una pluralidad de sistemas o
mini-sistemas-mundos? ¿O sería esta pluralidad un momento temporal en la
conformación de un nuevo sistema-mundo que lo abarcara todo?
¿Deberíamos
pensar más bien en un nuevo sistema mundial, como uno de unidad dentro de la
diversidad?
Espero que el
tiempo nos permita ver la solución de este incierto y desafiante acertijo.
Febrero 2021
http://geopolitica.iiec.unam.mx/node/1001
Ana Esther Ceceña: La pandemia ha favorecido al capitalismo contemporáneo
Entrevista concedida a Hinterlaces y realizada por Jessica Sosa 30 jul 202
A diario, los reportes en el mundo entero
hablan de la pobreza y la forma en que ha crecido y lo hará por mucho más
tiempo mientras en el horizonte continúe la pandemia por
COVID-19. Según las recientes estimaciones de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe, 230.9 millones de personas, es decir, 37.3% de la población regional estará en
situación de pobreza como consecuencia de la acción del virus sobre las
economías y sociedades.
En
contraste, Oxfam publicó un informe reciente según el cual, las
brechas se hacen más grandes en medio de la pandemia, en ésta, la región más
desigual del planeta. Por nombrar un ejemplo, el fundador de la empresa Mercado
Libre ha visto crecer su patrimonio en 68% y se convirtió en y la primera
fortuna individual de Argentina. Lo mismo ha pasado con un selecto grupo de multimillonarios, cuyas
cuentas bancarias se ha favorecido en medio del panorama actual.
En
este contexto, Hinterlaces.net entrevistó
a Ana Esther Ceceña, Economista,
Doctora en Relaciones Económicas Internacionales y experta en geopolítca, quien
con sus aportes nos acompaña a comprender el mundo que se construye en medio de
las actuales condiciones sanitarias globales.
Para
Ceceña, la pandemia ha
sido «una especie de paraguas e incluso acelerador para muchas de las
cosas que ya venían en proceso en el capitalismo contemporáneo, una de
ellas es justamente esta hiperconcentración de capital que ha tenido lugar «.
Refiere que el escenario actual ha empujado a muchas empresas a cerrar sus
puertas producto de las medidas preventivas frente al COVID-19, «pero muchas de
ellas no van a poder volver a abrir, solo las grandes, las que tienen más
capacidad de resistencia van a ser las que se mantengan en el mercado en la
competencia».
Este
planteamiento, lo confirma también el informe de Cepal, según el cual «2,7 millones de empresas podrían cerrar como
efecto de la crisis, la mayoría de ellas microempresas», es decir 19% de
las empresas de la región.
Ceceña
plantea que en este panorama las tensiones sociales aumentan de manera
importante, «los niveles de pobreza están más altos que nunca, el desempleo es ya una situación desesperante
en muchos casos, porque es un desempleo que no tiene reversibilidad, no
es un desempleo temporal el que se ha generado, son fenómenos que se
incorporaron a una nueva estructuración del capitalismo a partir de este
momento», sentencia.
Una
señal de nuestro tiempo y de eso que llama la hiperconcentración del capital que se ha generado, según la
experta, es el cambio de importancia en las actividades económicas
prioritarias, «lo que nosotros hemos visto en estos tiempos es cómo todas las
actividades que tienen que ver con comunicaciones, soporte digital para las
actividades que se pueden realizar en medio de los confinamientos, son las que
se colocaron en primer lugar; en 4
meses tenemos por ejemplo que se han hecho acumulaciones billonarias por parte
de Amazon, Google, incluso Zoom que no estaba en los primeros
niveles de la acumulación, se colocó rápidamente».
Señala
que en los primeros 3 meses, la
empresa Zoom, que ofrece servicios de videoconferencias y mensajería en tiempo
real, ganó 400 mil millones de dólares, «tenemos allí la dimensión de lo
que por un lado se está recogiendo, que es también la dimensión de lo que por
el otro lado muestra síntomas gravísimos de carencia», con ello, pone el acento
en la forma en que se profundizan las desigualdades en el continente.
Al
consultarle sobre cómo vislumbra el mundo y la cuestión geopolítica
postpandemia, enfatiza que que la
situación en que nos encontramos hoy, «no es algo que pueda tener una rápida
solución. La pandemia se instaló y no hay cómo echarla abajo, ni
medicamentos ni conocimiento suficiente ni vacunas en el horizonte como para
decir que termina y decidir qué vamos a hacer después de eso. Por lo pronto, el escenario es con la
pandemia, pensar cómo se reorganiza la geopolítica mundial, en qué términos se
están dando los conflictos, ¿han desaparecido? ¿se han incrementado con
la pandemia? o ¿qué es lo que está pasando?», reflexiona.
El
rol de EEUU respecto a Latinoamérica
Consultamos
con Ceceña sobre el despliegue
actualizado de la doctrina Monroe, respecto a lo cual expone que Estados
Unidos está en «un momento bien complicado, porque la pandemia ha tenido un
efecto arrasador en ese país, la gente está muy asustada, se han perdido una
cantidad de empleos como en pocos lugares, hay una incertidumbre social muy
tremenda y luego está la elección para noviembre que está complicadísma, porque
todas las apuestas son posibles en este momento», dice.
No
obstante, reitera que la actuación
de EEUU en el continente es una política de Estado que sin importar quien gane,
mantiene algunas de sus líneas principales, «entre ellas estaría la
relación con el continente y la importancia que tiene seguir manteniendo las
riendas en muchos de los países de la región, seguirlos jalando hacia posiciones cada vez más de coadyuvancia con sus
políticas y con respecto al acoso a Venezuela, que está dentro del
esquema de despliegue estadounidense en el continente como una prioridad».
La
doctora en Relaciones Económicas Internacionales opina que EEUU necesita ocupar
Venezuela por muchas razones, entre las principales están sus riquezas
naturales, pero «también hay la
necesidad de eliminar estos focos de desafío, confrontación e indisciplina
frente las políticas dominantes, eso hay que extirparlo porque
puede ser un ejemplo nocivo que se multiplique, pero en realidad lo que
más les interesa en este momento es terminar de controlar la silueta completa
del continente, la gran isla completa y ahí el problema es Venezuela es la
piedra en el zapaato».
Ceceña
se refiere al panorama electoral estadounidense, en el que vislumbra un elemento que considera de vital
importancia: Las relaciones con China, sobre lo que advierte que no
está claro si la posición del presidente Donald Trump es una política de Estado
o un juego electoral.
Sin
embargo, en el contexto de la actual guerra comercial, adelanta que si EEUU saca sus inversiones del país
asiático, «tendrá que llevarlas a otro lugar y ese otro lugar en buena
medida va a ser América latina, por ejemplo, las empresas tipo
maquiladora que tienen en China, que buscan el aprovechamiento de la
fuerza de trabajo de bajo costo, tendrán que trasladarse a los países
latinoamericanos donde los salarios sean más bajos y las condiciones y
relaciones laborales sean más flexibles, de manera que eso permita mantener un
costo de producción bajo, dentro de territorios más cercanos que eso les
abarata otro tipo de costos y con eso competir con China».
Finalmente, añade un elemento que pudiera dar ventaja al actual mandatario norteamericano, «lo que necesita como el mayor éxito para poder ganar la elección es la vacuna contra el COVID-19; a eso se le está invirtiendo mucho dinero, se está fomentando el trabajo en laboratorios de todo el mundo, pero EEUU le está apostando a los suyos para ver si logran tener una vacuna que por un lado les permitiría tener una posición de predominancia frente al resto del mundo».
Los
entramados bajo la pandemia
La
pandemia del coronavirus emergió abruptamente como un acelerador de los
procesos de crisis/reconfiguración ya evidente en el capitalismo del 2020. En
menos de cien días ocurrió lo que las fuerzas del mercado hubieran tenido que
extender durante varios meses – ¿o años? – de crisis y con mayores costos
políticos.
Hiperconcentración de capital y riqueza
A
estas alturas, la pirámide de riqueza ya se hizo mucho más pronunciada y modificó
su perfil a favor de las actividades de alta tecnología y comunicación (las
famosas GAFAM1), y también de las extractivas que les dan soporte a ellas (litio,
coltán) y al proceso de reproducción material en su conjunto (minera,
energética). Jeff Bezos, el hombre más adinerado de Estados Unidos, ganó 149,319
dólares por minuto durante 2019, es decir, 8 millones 959,140 dólares la hora,
mientras que un trabajador con salario mínimo gana 7,25 dólares la hora en el
mismo país (en el Sur global, por supuesto, gana mucho menos). Un cálculo de
J.P. Morgan señalaba que ya en el momento de la pandemia, Bezos ganaba más de
10 mil dólares por segundo, 4 veces más que sus espectaculares ganancias
promedio en 2019. En general, las gráficas de ganancias y/o acumulación de
riqueza se hicieron mucho más agudas mientras que el perfil productivo se movió
hacia la automatización de manera notable, augurando un desplazamiento irreversible
de mano de obra y de contactos humanos dentro del espacio sistémico. En este
sentido es emblemático el caso de Zoom Video Communications de Eric Yuan
(China-Estados Unidos), que de ser una empresa menor, en tres meses de pandemia
ganó 4 mil millones de dólares (Business Insider), que equivalen a 400 millones
de horas de trabajo de acuerdo con el salario mínimo promedio de Estados
Unidos, o al trabajo de 224,341 trabajadores durante un año, siguiendo la media
anual de 1,783 horas.
Autoritarismo inmanente
Visto
desde otro ángulo, observamos que el entramado productivo se aligeró eliminando
una buena parte de las empresas medianas y pequeñas (y hasta algunas más
grandes como Hertz, con sistemas informáticos quizás obsoletos), promoviendo un
proceso de hiperconcentración del capital que por sus niveles de
oligopolización gozará de condiciones aún más verticales y materialmente autoritarias
para definir los márgenes y los contenidos de nuestra existencia como sociedad.
Efectivamente, el autoritarismo se ha ido naturalizando mientras la barbarie capitalista
avanza –el estado de excepción paradójicamente permanente ya es un dato– pero en
condiciones de pandemia la inspiración que lo alienta encuentra mayor
justificación en el miedo al contagio y a la incertidumbre. No obstante, lo
relevante es que en este caso ya empezó a hundir raíces y a concretarse
físicamente transformando la materialidad de la reproducción de la vida: una
buena parte del consumo se traslada al ciberespacio y modifica su contenido; el
relacionamiento social adquiere nuevos filtros; se reducen las
estratificaciones en la producción; se estrecha la franja de absorción de
trabajo simple e incluso de trabajo vivo; los modos de consumir y de acceso al
mercado se transforman y así también el contenido de la producción. El
autoritarismo más agresivo y peligroso es este autoritarismo inmanente, intangible,
anónimo que se impone a través de las condiciones materiales en que se
desarrolla la existencia.
Hipertecnologización y límites sistémicos
Junto
con la hiperconcentración del capital y la riqueza, entonces, se da una
hipertecnologización que presenta a la vida como prescindible. La vida humana
va perdiendo importancia como fuerza productiva y la vida natural va
convirtiéndose en estorbo para el progreso o en objeto manipulable. Con estas
dos tendencias combinadas: la hiperconcentración y la hipertecnologización, en realidad
el ámbito sistémico se estrecha, a pesar de abarcar el planeta entero. Su
dimensión espacial es total pero no así su capacidad integradora. Del mismo
modo que muchas de las empresas que cerraron durante la pandemia ya no tendrán
condiciones de reabrir y mantenerse en funcionamiento, una buena parte de los
trabajadores desempleados ya no será recontratada. No sólo se perdieron
irreversiblemente muchos empleos formales de las empresas que cerraron, sino
que esta crisis (¿deberíamos decir oportunidad?) permitió a las empresas hacer
los recortes de personal que ya venían planeando. A esto se suma la enorme
cantidad de empleos informales, que ocupan alrededor del 65 % del total, que
ante una realidad cambiada ya no tienen sentido. Es decir, el desempleo de hoy corre
el riesgo de ser permanente en una alta proporción. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde se
mueve el mundo? Claramente el sistema no sólo tocó sus límites sino que los
está rebasando. En el campo ambiental se habla de este fenómeno como translimitación,
o del uso de la naturaleza más allá de sus posibilidades de reproducción. El
aumento en la capacidad tecnológica permitió procesar la naturaleza a ritmos
mayores que los de su propia restitución. Celebremos el desarrollo tecnológico
pero en un contexto de acumulación sin límites esto conduce, como lo hizo, a
pro vocar
un colapso y seguramente la caída/estallamiento/disipación del sistema y la
emergenciade alternativas de organización o cohesión: algunas peores, otras
mejores.
Parece
pertinente trasladar el concepto al ámbito social y preguntarnos si no
presenciamos una translimitación social, en la que la exclusión,
precarización, miserabilización y despojo están conduciendo a la sociedad a una
reproducción incompleta, precaria o insuficiente en la que bacterias, virus,
desnutrición, enfermedades curables pero recurrentes o enfermedades causadas
por el estilo de vida y de alimentación deficiente, con agrotóxicos o sin valor
nutritivo llevan, como en la pandemia actual, a una especie de depuración
social en la que los más frágiles sean eliminados.
Todo
esto conduce al cuestionamiento general sobre el sistema de vida y la validez
del proyecto civilizatorio del capitalismo. Un sistema de vida que no es capaz
de sustentarse a sí mismo ni de resolver los problemas que va creando a su paso
no puede pretenderse universalmente válido y legítimo. Por esta misma razón, es
un sistema que tiende incesantemente al disciplinamiento social por medio de
una amplia gama de mecanismos o dispositivos de fuerza. Desde el
disciplinamiento escolar y la implantación más o menos aceptada de sistemas de
vigilancia y control en todos los espacios (baste ver la vigilancia
domiciliaria a través de celulares, computadoras y similares); todos los
niveles (controles del cuerpo, de la movilidad, de la mente, de las emociones,
los deseos, etc.); hasta el avasallamiento material que tiene una de sus
figuras más visibles en la militarización y la guerra.
Militarización y guerra
Las
múltiples hipótesis sobre el origen de la pandemia se relacionan con los equilibrios
geopolíticos y la disputa por la hegemonía. Si bien la crisis puesta en
evidencia por el cambio climático y las pandemias tiene su explicación en el
episteme moderno capitalista que objetiva toda expresión de vida para
convertirla en capital hasta el extremo de la translimitación abusiva, la pugna
chino-estadounidense por liderar el mundo contribuye a alterar el ya frágil
orden establecido. Y aunque las guerras del siglo XXI ya no se enfocan
principalmente en lo militar sino que abarcan el espectro completo de
relaciones y dimensiones de organización de la vida, entre las que lo militar
está presente no sólo como una modalidad de intervención sino como un sentido
estratégico general.
En
medio de una situación sanitaria ruinosa, Estados Unidos no deja de hacer la
guerra, tanto hacia el interior de su propia sociedad como hacia los puntos
estratégicos para mantener su posición hegemónica y para impedir que asomen
otros potenciales hegemones. Así, en el pico de la pandemia, Estados Unidos y
Colombia lanzan un operativo paramilitar de intervención en Venezuela y los
posicionamientos en otras regiones de Asia, África y el Medio Oriente están tan
activos como antes de la pandemia o se han acrecentado aprovechando la
confusión del momento.
El
punto es que si ya se estaba en una escalada militarista, con la pandemia se
militariza la securitización. Los dispositivos de vigilancia de alta tecnología
orientados al biocontrol (como los que aplica Israel especialmente en la Franja
de Gaza) se han instalado en la vida pública de manera generalizada (hasta
donde alcanzan los recursos) con la justificación de impedir nuevos contagios,
cosa que realmente no se está haciendo.
Aquí
el punto clave es que todos estos movimientos o reconfiguraciones del sistema
de poder no tienen vuelta atrás. Modificaron la realidad: la materialidad y sus
percepciones. Son, como la extinción de las especies, un proceso de no retorno.
Estrechamiento del sistema y bifurcaciones
Algunos
estudiosos señalan que el sistema está en un proceso de desglobalización. Lo
que yo observo es que se encuentra en un proceso de estrechamiento, sin perder
la dimensión planetaria. La hiperconcentración genera a la vez estrechamiento.
Los recursos que Bezos, Yuan y otros triunfadores similares (el 1 % del
1 %) le extraen cada segundo a la sociedad significa millones de expulsados o
sobrantes que como nubes sin rumbo se van incorporando a las filas de migrantes
sin origen ni destino; que van siendo arrancados de su tierra por devastación, violencia
directa, hambre, acaparamiento de tierras o cualquier otra figura adoptada por
el sistema de barbarie en el que nos encontramos, sin tener ningún destino. Ni
los migrantes africanos o sirios en Europa ni los latinoamericanos o caribeños
en Estados Unidos. Llegan para volver a ser arrojados, como nómadas de la
precariedad. Pero el sistema sigue funcionando, sigue generando riqueza, sigue
deslumbrando con sus productos tecnológicos y sus nuevos equipos de guerra.
Sólo que no todos caben.
La
pandemia del coronavirus y probablemente otras nuevas que seguirán colaboran
con el sistema como mecanismos de limpieza social afectando principalmente a
las franjas más desfavorecidas, pero eso no modifica las dinámicas de
globalización con estrechamiento, sólo las hace menos costosas.
Todo
esto es bastante penoso pero el coronavirus también ha hecho una gran
aportación a la sociedad mundial y es la de ¡por fin! darse cuenta de que este
modo de vida (capitalista) lleva a la catástrofe y no tiene ninguna alternativa
para la vida. El cambio en el modo de vida obligado por la pandemia, la vuelta
a lo básico, a lo comunitario, al cuidado de la salud tradicional, el abandono
de los ritmos disciplinarios rutinarios, la vuelta a la alimentación natural y la
conciencia de que dentro del capitalismo no hay opción están fortaleciendo los
incipientes procesos de bifurcación desde el sistema hacia los otros modos de
vida que posiblemente den pauta a la emergencia de sistemas organizativos no
predatorios (no desarrollistas).
De
un modo o de otro, por bifurcaciones o por catástrofe, el tiempo histórico del
capitalismo está llegando a sus límites de posibilidad. Enhorabuena.
Autora:
Ana Esther Ceceña
http://geopolitica.iiec.unam.mx/node/840
Rebeldías del nuevo milenio
Resumen
La revista ESPACIOS del
Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CINDES), de Quito, Ecuador, ha
tenido la gentiliza de ofrecernos para su publicación una serie de entrevistas
inéditas realizadas a destacados investigadores de las ciencias sociales, la
política y la filosofía, acerca del presente histórico de las sociedades
latinoamericanas. El objetivo de estas entrevistas es abrir una discusión
teórica y práctica sobre la participación de los nuevos actores sociales en los
liderazgos políticos y civiles de una sociedad latinoamericana que sigue
enfrenta por el conflicto de la desigualdad, la exclusión y la injusticia
social. La construcción y representación de la realidad pasa necesariamente por
una reflexión donde la teoría y práctica del conocimiento inevitablemente deben
ser contrastadas a través de las institucionalidades del poder.
Palabras clave:
Sociedad, movimientos emergentes, crítica capitalista, América Latina.
Revista ESPACIOS:
i) ¿Qué perspectivas se
estarían abriendo con la ampliación del espectro de la participación social,
dado que a los actores tradicionales se sumaría ahora otros nuevos y muy
variados? ii) ¿Cuáles son los aportes y limitaciones de los proyectos
históricos, así como de las nuevas alternativas? iii) ¿En este heterogéneo y
complejo escenario, cuáles serían los retos y roles de los partidos de
izquierda y de los movimientos tradicionales? iv)¿Reconocemos que estaríamos en
un nuevo auge de las luchas sociales en América Latina, que parecería desbordar
cualquier predicción o análisis, cuáles serían las particularidades de éste en
comparación con otros momentos similares del pasado?
RESISTENCIAS DEL NORTE
Y DEL SUR
El extremismo con el
que en la fase neoliberal se impulsó la implantación de relaciones de mercado
en todos los ámbitos de la vida social, rompiendo la demarcación entre
producción y consumo, trabajo y recreación, público y privado, fábrica y
sociedad, y el alcance universal de este proceso articulador fragmentador,
globalizador-atomizador, hizo emerger desde todos los poros del sistema de
dominación así creado un sinnúmero de inconformidades, resistencias y rebeldías
que han ido reconociéndose entre sí y estableciendo espacios comunes (Ceceña,
1996). La irrupción de la dominación capitalista en los ámbitos de construcción
de la subjetividad y la cultura exacerbó y puso en evidencia conflictos e
insumisiones que habían resistido diferentes formas de explotación -sin redimir
sus espacios propios de socialidad y generación de identidades e imaginario-,
creando las condiciones de articulación de rebeldías y luchas por la libertad,
por la autonomía y autodeterminación, por la diferencia, por la subjetividad y,
sobre todo, la intersubjetividad, y la creación de colectivos de reconocimiento
mutuo en los que todos “somos iguales porque somos diferentes” (CCRI-CG del
EZLN, 1996). La transgresión de la fábrica como ámbito de circunscripción de la
explotación; la ampliación de los procesos de trabajo hacia las otras dimensiones
de la vida social; el salto de calidad en los procesos de trabajo hacia la
apropiación/objetivación no sólo de los saberes en sentido general sino
particularmente de los procesos de trabajo mentales; y la dimensión alcanzada
por la polarización social, complejizan la conflictiva social y la dinámica de
la dominación, de manera que la relación trabajo asalariado-capital es
insuficiente para aprehender la dialéctica y significación(es) de las
relaciones sociales. No bastan los mecanismos económicos de subordinación para
garantizar el funcionamiento de la maquinaria social capitalista. Puesto que ni
el desarrollo tecnológico ni el incremento en las capacidades productivas
conduce a un aligeramiento general de los apremios materiales sino a su
contrario, la expropiación de capacidades políticas, y de la política misma,
forma parte insoslayable de la pervivencia de la sociedad, tal y como ha sido
históricamente diseñada por el capital. La conculcación del imaginario libre,
autónomo, diferente, libertario, es, en el mismo sentido, soporte de una
legitimación que suplanta la pertinencia con silenciamientos, e instrumento de
contención de la creatividad y vitalidad del colectivo social.
La dificultad de
subordinar la subjetividad, el enfrentamiento de un proletariado crecientemente
diverso y versátil y la insustentabilidad orgánica de un sistema de dominación
que, en el momento de un nuevo despliegue de sus fuerzas concentradoras y
expropiadoras, sólo crea destruyendo, que se sustenta en la negación del otro y
que por tanto es incapaz de superarse a sí mismo, han sido causa de un
afloramiento de resistencias que ocurre simultáneamente en todo el planeta.
Con muy distinto
carácter, en este gran momento de insubordinación confluyen movimientos que, en
la medida que inscritos en una realidad contradictoria, en algunos de sus
trazos parecen marchar en sentido contrario.
Las divergencias
1. Algo que aparece
como una diferencia epistemológica con profundo sentido político de los
movimientos de lo que de manera abusivamente esquemática se entiende como los
del norte y del sur (o del primer y tercer mundo), es su posicionamiento en
torno a la globalización y a sus instituciones1, en un caso, y en torno al
neoliberalismo, en el otro. Con variantes que los entrelazan, sin duda, las
pistas corren por caminos que podrían llegar a ser divergentes, por lo menos en
sus expresiones más visibles. En un caso el énfasis se pone en los sistemas de
regulación y en el otro en las premisas fundacionales de la sociedad capitalista
sin que el tránsito entre estos dos niveles haya sido hasta ahora objeto de
preocupación o elaboración por ninguno de los movimientos involucrados.
2. Un segundo campo de
identificación-diferenciación de gran importancia de estos movimientos es su
vínculo con el territorio.
Por el lado de lo que
se designa como mundo subdesarrollado o tercer mundo, la insumisión en términos
generales corre por el rumbo de la resignificación de la territorialidad y del
territorio como espacio de constitución de la cultura y del sentido de la vida,
y apunta hacia uno de los límites absolutos de la mercantilización.
En cambio cuando se
observan los movimientos del norte, su perfil indica una marcada inclinación
hacia la desterritorialización, sus demandas competen o bien a normatividades
internacionales o bien a reivindicaciones ciudadanas de carácter general y por
lo tanto desregionalizadas. Parecen contener incluso un deliberado rechazo a la
territorialización pues se asume como sujeción a la Nación.
1 Salvando el manejo deliberado de
la prensa para calificar estos movimientos de retrógradas del que alerta
atinadamente Houtart (2001), la enorme diversidad de este movimiento lo ha
llevado a enfocar el consenso o las alianzas en algunos puntos básicos. Dentro
de éstos destaca la constante alusión a la globalización, a la que generalmente
se le agregan algunas especificaciones adicionales, según los casos. En este
sentido, se ha empezado a hablar de la globalización “que no queremos” y la
“que sí queremos”, intentando destacar la importancia de los encuentros
internacionales y la articulación mundial de las luchas (George, 2002). Esto no
resuelve el problema de perspectiva, desde mi punto de vista, y quizá complica
más la percepción. Globalización es una categoría imprecisa y poco rigurosa,
cierto, pero que ha sido utilizada específicamente para aprehender (y
legitimar) el proceso capitalista de reorganización mundial, atendiendo
especialmente a su soporte tecnológico.
3. La subjetividad de
estos movimientos se construye, en un caso, desdelo occidental y, en el otro,
desde la resistencia a lo occidental –si bien entendiéndose a sí mismos como
parte de un mestizaje cultural muy complejo.
Se equivocaron hace 500
años diciendo que nos descubrían. Como si hubiera estado perdido el otro mundo
que éramos. Se equivocaron llamando “civilizar” a la acción de destruir, de
matar, de humillar, de perseguir, conquistar, someter.
Se equivocaron cuando a
matar un indio le llamaban “evangelizarlo”. Se equivocan cuando a este
asesinato hoy se le llama “modernizarlo”.
Para ellos, nuestras
historias son mitos, nuestras doctrinas son leyendas, nuestra ciencia es magia,
nuestras creencias son supersticiones, nuestro arte es artesanía, nuestros
juegos, danzas y vestidos son folklore, nuestro gobierno es anarquía, nuestra
lengua es dialecto, nuestro amor es pecado y bajeza, nuestro andar es
arrastrarse, nuestro tamaño es pequeño, nuestro físico es feo, nuestro modo es
incomprensible. (CCRI-CG del EZLN, 9/03/2001).
Ambos imbuidos en una
dinámica de conjunto que los involucra: la de un sistema de organización y
dominación social universal, sus bases de resistencia no obstante son
culturalmente muy distantes. Sometidos a una misma realidad de explotación, se
encuentran insertos en relaciones de opresión muy diferentes en las que el
racismo es, sin duda, el elemento diferenciador de mayor peso.
4. Los interlocutores
de las iniciativas de lucha en los escenarios del norte son los Estados o las
instituciones supraestatales de regulación y una parte importante de las
reivindicaciones se posiciona en torno a ellos: “por la cancelación de la deuda
de los países del tercer mundo”; “contra el tratado de regulación de la
propiedad intelectual”; “por la prohibición de los productos transgénicos”; e
incluso “por la desaparición de la OMC” (Houtart, 2001; Seoane y Taddei, 2001;
Cockburn y St. Clair, 2001, entre los más destacados).
En los escenarios del
sur, en cambio, parece estar ocurriendo un desplazamiento de interlocutores. La
apelación al Estado nacional, por la que transitaban regularmente también los
reclamos al FMI o al Banco Mundial, parece estarse reorientando ante la
demostración reiterada de que este Estado es incapaz de defender a sus pueblos
contra el imperialismo, como en otros momentos se pensaba, porque forma parte
de las instituciones reguladoras y disciplinadoras de un sistema que, si bien
se presenta bajo una polarización regional muy marcada, es un sistema de
dominación en el que “todos los Estados se enfrentan a toda la gente”, como
bien afirman Holloway y Peláez (2002). Los nuevos interlocutores están en la
calle y, sobre todo, en la lucha; los nuevos interlocutores son todos losotros:
los explota- dos, los excluidos, los sin tierra, sin techo, sin partido, sin
voz y sin rostro. Los que no están, ni pueden estar, en las instituciones del
poder. No se llama a las instituciones a establecer reglas menos injustas o a
escuchar los reclamos de la población sino se llama a la sociedad –en el caso
del movimiento zapatista a la sociedad civil- a organizarse para crear otro
tipo de institucionalidad, para inventar otras formas de organización social y
para no aceptar la sumisión en ningún terreno, en ningún lugar.
Concierto o caos
Hasta aquí hemos
recogido algunos de los rasgos generales de lo que se podría dibujar como los
movimientos del norte y del sur, usando esta frontera con más reservas que
convicción. Sin embargo, cabe decir que al hacer esto se está pensando en
movimientos de muy distinto carácter. En grandes líneas, se puede decir que la
misma realidad polarizada y cargada de antagonismos, que ha permitido al
capitalismo sostenerse como sistema de dominación, explica la variedad. No
obstante, la variedad proviene, también, de las diversas construcciones
culturales de los pueblos conquistados, sometidos, pero no vencidos por ese
sistema universal. Aparecen en el escenario, entonces, movimientos que podrían
denominarse ciudadanos, junto con otros que emergen de confrontaciones
sociales, culturales, étnicas y, evidentemente, políticas, mucho más profundas
y que, en la mayoría de los casos, han aparecido como movimientos armados o
revolucionarios, expresamente antisistémicos.
En realidad el espectro
es muy diverso y matizado y, con mayor o menor cercanía, hay una especie de continnum que permitiría ir construyendo
los hilos para presentarlos como lo que realmente son: parte de una misma
historia de insubordinaciones y rebeldías, de resistencias y utopías; parte de
la misma construcción civilizatoria para el mundo del futuro; portadores de una
indisciplina que se reconoce en el otropor la diferencia y la fascinación de un
mundo en el que todos los mundos sean posibles, es decir, de una indisciplina
contra la negación.
Pero ser parte de una
misma historia, que es el primer reconocimiento para emprender una lucha
compartida, es al mismo tiempo develación de la complejidad que supone
construir una utopía a la medida de los desafíos del futuro: donde la
diferencia sea el principio de unidad y una nueva cultura política sustituya
las relaciones de poder por relaciones de respeto y dignidad. Y armar esta
historia no es un desafío para el investigador de cubículo sino para los
propios movimientos, para los investigadores-luchadores, para los pensadores
críticos, artesanos y sustancia de la construcción de esta utopía, para quienes
hacen teoría en el proceso de lucha y revolucionan el proceso de reflexión.
Los desafíos del nuevo
escenario mundial
Estos movimientos
apenas empiezan a aflorar y a reconocerse después de las grandes
transformaciones mundiales derivadas, por un lado, de la instauración de un
nuevo paradigma tecnológico y de la reorganización de los procesos de trabajo
que llevó tanto a su desmembramiento geográfico, como a la informalización de
las relaciones laborales y al propiciamiento de flujos crecientes de
trabajadores transhumantes; y, por el otro, de la derrota de las experiencias
socialistas y de la consiguiente pérdida de referentes, tanto de sus adeptos
como de sus críticos, dentro del amplio campo de las izquierdas. Fue necesario
volverse a encontrar, volverse a identificar entre sí frente a una situación de
disciplinamiento social y explotación del trabajo completamente modificada.
Los sindicatos
existentes habían sido derrotados de antemano con la renovada movilidad y
versatilidad de los procesos de trabajo; la informalización laboral mutiló de
golpe las conquistas materiales y políticas de las organizaciones obreras; la
fragmentación y diversidad interna del proletariado limitaba drásticamente sus
posibilidades de organización; la utopía socialista fue seriamente dañada; la
historia fue anulada como referente mediante el manejo tecnológico del tiempo y
el espacio; y se indujo una pérdida general de sentido de realidad a través de
la tecnología de la virtualidad.
Fue necesario tiempo,
fue necesario escuchar voces que venían de lo más profundo de la sociedad, fue
necesario repensarse para empezar a reconstruir las utopías, que no son sino
los caminos de la emancipación.
Y todo eso empezó a
ocurrir antes del 11 de septiembre de 2001. Inició, con una sorprendente
síntesis de las herencias libertaria y socialista con las experiencias de
resistencia de los pueblos americanos originarios, un 1° de enero hace 8 años
en que indígenas del sureste mexicano levantaron sus armas, pero sobre todo su
voz, en contra del primer tratado neoliberal de integración -antecedente de la
unión continental que se promueve con el ALCA. De ese primer llamado a
recuperar la dignidad y la esperanza hasta el segundo Foro Social Mundial de
Porto Alegre los movimientos sociales han crecido y han fortalecido los puentes
que los comunican. Las diferencias entre ellos son enormes, mucho más que las
similitudes, pero están empezando a entenderse como fragmentos de una gran
historia y una utopía colmada de sentidos, y están empezando a medir sus
posibilidades y a construir su propia idea de futuro.
No hay nada que amenace
más la continuidad del sistema de dominación que la expansión de la
subjetividad (de las subjetividades). Por supuesto no un ataque a las torres
gemelas.
La preeminencia de la
dimensión político militar en el aseguramiento del sistema de poder y de su
regulación hegemónica, notable después del 11 de septiembre, no es una res-
puesta a los atacantes de las torres sino a ese colectivo humano, informe pero
decidido, que está empezando a subvertir el llamado orden mundial (Holloway y
Peláez, 2002). El capitalismo está preparado para la guerra, para la competencia
y la utilización/negación del otro, no para la democracia. Mientras más se
desarrolla, más polariza; mientras más exitoso, más excluyente. Por eso se ha
vuelto insustentable; por eso mutila, acota y deslegitima la política. La
guerra iniciada en Afganistán es simultáneamente una arena de reforzamiento de
la hegemonía estadounidense y una campaña de disciplinamiento general a las
condiciones del ejercicio del poder en el mundo. El enemigo somos todos.
Afganistán es todo el planeta. Ante esta situación y considerando la despiadada
acumulación de recursos bélicos, económicos e ideológicos del sistema de
dominación encabezado por Estados Unidos, los desafíos de ese gran movimiento
en ciernes son muchos. Entre todos ellos, tres son especialmente importantes
para no cancelar la posibilidad de desplazar los horizontes en pos de la utopía
y empezar a establecer las condiciones para la deconstrucción de la dominación:
1. No dejarse arrastrar
hacia la guerra, entendiendo que es la herramienta del poder para someter la
creatividad, la capacidad de autodeterminación y la politicidad de los
colectivos humanos. La guerra no es ni puede ser el espacio de la libertad.
Tener la capacidad y la sensibilidad para resignificar la democracia como
espacio de ejercicio de la diferencia, la intersubjetividad y la libertad; para
evadir la dinámica destructiva de la competencia creando espacios de
reconocimiento -y no criminalización- de las diferencias, recuperando así la
política y su contenido ético como ámbito de despliegue de la intersubjetividad
social, que impida reproducir las relaciones de poder en cualquier sentido.
2. Poder asumir la
historicidad del capitalismo para descolonizar/emancipar el pensamiento (la
praxis) en contenidos y formas, construyendo, colectivamente, la utopía de un
otro mundo sobre bases epistemológicas nuevas, aunque enraizadas en la(s)
historia(s) y en la(s) cultura(s). La inventiva social proviene de experiencias
más ricas y diversas que las acotadas por el capitalismo, el desafío consiste
en dejarlas salir sin fundamentalismos de ningún tipo, en no oponer al
pensamiento único neoliberal otro pensamiento único. Ni mantener encerradas las
expectativas sociales dentro del estrecho marco del capitalismo, ni incurrir,
en el exceso, en la creación de nuevas otredades2.
3. No pretender la
derrota del sistema de poder mimetizándose con él. Lograr crear, teórica y
prácticamente, una cultura del respeto a la diferencia que realmente permita ir
construyendo el mundo que todos queremos, que no es el de nadie en particular.
“...hoy (...) ha
llegado la hora de romper el silencio, de romper los muros y las cadenas de
injusticias. Los sin voz y los sin rostro, tendrán por fin el rostro y la
palabra que resonarán en todos los rincones de la tierra”.
Comandante David, EZLN
2 “...antes de que nuestros
primeros padres y abuelos sufrieran la invasión y la conquista española, los
que habitaban estas tierras mexicanas y americanas, eran ya pueblos y naciones
con largas historias y experiencias, con avances en conocimientos técnicos y
científicos, contaban con sus propias organizaciones políticas, militares,
sociales, culturales y religiosas. Se gobernaban con inteligencia y sabiduría
indígenas. Eran pueblos y naciones conocedores de la vida, la ciencia y el
universo; pueblos y naciones que cuidaban y amaban la tierra, el agua y toda la
naturaleza con quienes se relacionaban. Tenían sus propias leyes, sus
gobernantes, sus grandes sacerdotes, sus dioses, sus templos, sus palacios y su
ejército”. (CCRI-CG del EZLN, 28/03/2001).
Bibliografía Citada
CCRI-CG del EZLN
(1996), “Discurso inaugural de la MayorAna María” (Encuentro Intercontinen- tal
Por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo), en Chiapas 3, México, ERA-IIEc.
CCRI-CG del EZLN
(28/03/2001), extracto del discurso del Comandante David en en Congreso de la
Unión, en Chiapas 11, México, ERA-IIEc.
CCRI-CG del EZLN
(9/03/2001), extracto del discurso del Subcomandante Insurgente Marcos en Milpa
Alta, en Chiapas 11, México, ERA-IIEc.
Ceceña, Ana Esther
(1996) “Universalidad de la lucha zapatista. Algunas hipótesis” enChiapas 2,
Ed. ERA-Instituto de Investigaciones Económicas, México.
Cockburn, Alexander y
Jeffrey St. Clair (2001), “El nuevo movimiento. Por qué estamos peleando”, en
José Seoane y Emilio Taddei (Comps), Resistencias mundiales [De Seattle a Porto
Alegre], CLACSO, Buenos Aires.
Holloway, John y Eloína
Peláez (2002), “La guerra de todos los Estados contra todos los pueblos”, en
Ana Esther Ceceña y Emir Sader (Coords), La guerra infinita. Hegemonía y terror
mundial, CLACSO, Buenos Aires.
Houtart, Francois
(2001), “La mundialización de las resistencias y de las luchas contra el
neoliberalismo”, en José Seoane y Emilio Taddei (Comps), Resistencias mundiales
[De Seattle a Porto Alegre], CLACSO, Buenos Aires.
Seoane, José y Emilio
Taddei (2001), “De Seattle a Porto Alegre. Pasado, presente y futuro del
movimiento anti-mundialización neoliberal”, en José Seoane y Emilio Taddei
(Comps), Resisten- cias mundiales [De Seattle a Porto Alegre], CLACSO, Buenos
Aires.
Autora: Ana Esther
Ceceña
https://www.redalyc.org/pdf/279/27901610.pdf
Sistemas Digitales de vigilancia en América Latina frente a la Emergencia Sanitaria.
Radiografía de los Sistemas Digitales de vigilancia ampliados por la Pandemia.
El presente trabajo expone los principales usos tecnológicos digitales con fines de control y vigilancia que han sido implementados en América Latina y el Caribe como resultado del combate a la covid-19. La muestra es evidencia de una amplia y variada instrumentalización de distinta intensidad y alcance por país en la región.
Desde Chile hasta México, pasando por
Honduras y República Dominicana la emergencia sanitaria es utilizada como
discurso para justificar el aumento de dispositivos digitales. En función de lo
anterior existen diversos ensayos y aplicaciones de algoritmos de inteligencia
artificial, cámaras con sensores térmicos, uso de drones, técnicas de
geolocalización y desarrollo de programas para móviles (apps) entre otros, para
múltiples fines: desde el rastreo de la covid, la detección de contagios y el
seguimiento de contactos, hasta la supervisión de medidas de distanciamiento
social, confinamiento, control de la información digital y automatización de
prácticas médicas en diagnósticos y otros servicios relacionados.
La tabla 1 es un avance en el estudio de las distintas tecnologías y su implementación por país. No obstante, debe subrayarse que su función es meramente analítica ya que su aplicación en cada país trata de una mezcla complementaria entre tecnologías y dispositivos.
Las estrategias de rastreo de la covid emplean análisis de big data y algoritmos de inteligencia artificial en conjunto de teléfonos celulares, aplicaciones digitales (apps), redes sociales, pagos con tarjetas u otros dispositivos para obtener datos en tiempo real de la ubicación de los casos positivos o posibles contagios y así determinar el avance del virus al interior de los territorios. En Argentina, la firma GranData proyecta mapas de calor diseñados para monitorear el cumplimiento de la cuarentena, basándose en información de ubicación georreferenciada recopilados por terceras apps digitales (PI, 2020). El rastreo en ocasiones se realiza mediante la información que gestionan las corporaciones de telecomunicaciones, en Chile el análisis de big data de dos empresas que integran Atelmo (Entel y Movistar) en conjunto con las Universidades de Chile y del Desarrollo, utilizan la información agregada de la red para crear mapas de calor que reflejen el nivel de movilidad por comunas.
El uso de cámaras térmicas y algoritmos de reconocimiento facial son instaladas en espacios generalmente públicos, altamente concurridos, con el objetivo de detectar patrones entre las personas que correspondan al perfil de un caso positivo: como la alta temperatura corporal. El metro de Panamá instaló cámaras térmicas en sus estaciones para detectar a viajeros con posible infección de SARS-CoV-2, se trata de cámaras con sensores infrarrojos a la entrada de las estaciones, en el área de los molinetes de acceso, para detectar personas con alta temperatura, que generen sospechas de contagio (Infobae, 2020). En la Ciudad de México el
Sistema de Transporte Colectivo (Metro) las cámaras cuentan con algoritmos de reconocimiento facial e inteligencia artificial y en tan solo 2 segundos pueden detectar la temperatura corporal de 15 a 30 personas simultáneamente mientras éstas transitan a lo largo de los pasillos (Staff High Tech Editores, 2020). Asimismo, se instalan cámaras en los sistemas de transporte público como los autobuses de Buenos Aires y Bogotá, y en los aeropuertos de las principales ciudades (como Sao Paulo y los nuevos equipos en el San Salvador).
En el caso de Ecuador, el Servicio
Integrado de Seguridad ECU911 ha implementado algoritmos de IA desarrollados
por el Banco Interamericano de Desarrollo, llamada Distancia2, que sirven para
analizar las imágenes provenientes de las cámaras y medir la distancia entre
las personas para así evitar posibles contagios. La información es utilizada
para actualizar de manera automática los indicadores de movimiento y mapas de
calor (Riobo, Márquez y Calatayud, 2020).
Los dispositivos digitales también son
implementados para garantizar el cumplimiento de medidas de cuarentena y
aislamiento social. En Ecuador, el 17 de marzo de 2020, la ministra de
Gobierno, María Paula Romo, anunció que por decreto oficial el gobierno comenzaría
a utilizar el rastreo por satélite para garantizar que los ciudadanos no
traspasen la “valla epidemiológica”1. Otro caso es el acuerdo firmado por el
gobierno de Río de Janeiro y la empresa de telecomunicaciones TIM para utilizar
datos de geolocalización de sus suscriptores con el fin de monitorear el
cumplimiento de las restricciones de aislamiento.
1 De acuerdo con María Paula Romo, la
ministra de Gobierno del presidente Moreno, “se autoriza en consecuencia con el
Decreto Ejecutivo del Presidente, el rastreo satelital, de las personas que
entren en el cerco epidemiológico. La tecnología nos permite saber en dónde
está un número de celular por el GPS en los teléfonos inteligentes. Se autoriza
(…) el rastreo satelital de estas personas, vamos a poder saber su ubicación y
vamos a poder saber si se mueven. Igual, vamos a hacer un control aleatorio,
pero con una herramienta tecnológica que nos va permitir controlar a más
personas para que se obedezca, para que se cumpla, este aislamiento” (Rueda de
prensa virtual de la ministra de gobierno en EcuadorTV, 17 de marzo 2020, ver
minuto 5:05).
Se debe agregar que también los drones son utilizados para vigilar el movimiento de los cuerpos, detección de infecciones y más comúnmente en labores informativas. En marzo de 2020 el Gobierno brasileño decretó el cierre temporal de la frontera con Uruguay como medida preventiva ante la pandemia y la 3era Brigada de Caballería Mecanizada del Ejército Brasileño voló un dron (DJI Mavic Mini Fly More Combo) para patrullar desde los cielos los límites fronterizos (Valadares, 2020). Similar al uso policiaco de drones en Chaltenango, El Salvador para verificar la movilidad de las personas y vehículos en las calles y carreteras del país (Policía Nacional Civil, 2020). En el caso de la Policía Metropolitana colombiana en conjunto con las autoridades sanitaras, los drones cuentan con cámaras térmicas que pueden detectar durante el día o la noche la temperatura corporal de individuos o grupos de personas que transitan calles públicas (Almenara, 2020). En otros casos vemos también su implementación en operaciones informativas con mensajes de audio transmitidos por medio de altavoces que sirven para comunicar las medidas gubernamentales (como el caso de Brasil, México, Ecuador, Colombia y Paraguay).
La situación de emergencia resalta la importancia no sólo de contar con información precisa y actualizada sino también de gestionarla y controlarla. En este caso vemos a los organismos internacionales, instituciones de salud, corporaciones y estados que se encargan de velar por la información avalada como “oficial” y verídica frente a las disonantes versiones que son descalificadas como distorsiones o fake news. En algunas ocasiones esto cuenta con el apoyo jurídico legal estatal, como el Decreto Supremo 4200 en Bolivia bajo la presidencia de Jeanine Áñez, que de manera ambigua y sin definición clara criminaliza toda actividad en-línea que sea considerara como “desinformación” o actos que “generen incertidumbre a la población” (Human Rights Watch, 2020).
El uso de programas digitales (apps) para dispositivos móviles destaca por su gran popularidad. El desarrollo y diseño de estas apps es atractivo por sus bajos costos, alta versatilidad para muchas funciones y su facilidad de reprogramar. Tomemos como ejemplo la app EDUS en Costa Rica que permite a los doctores acceder al expediente médico de los pacientes en tiempo real, garantizar un análisis completo del historial médico de los pacientes y determinar el tratamiento específico para cada problema de salud; además, permite un monitoreo de las distintas fases de la enfermedad para visualizar su evolución y detectar progresos o dificultades. Adicionalmente la app permite a los pacientes la revisión de medicamentos, solicitar y reservar citas médicas en los centros de salud cercanos o directamente en los hospitales (Solís, 2020). Estas apps pueden ser útiles como medio de difusión de información oficial (en el caso de las apps gubernamentales), más aún para recopilar información sensible y personal que en la mayoría de los casos realizan de manera automatizada diagnósticos con base en los propios síntomas reportados por los usuarios. La tabla 2 registra 16 países de la región que cuentan con apps digitales con los servicios de información médica y encuestas de síntomas para autodiagnóstico. En Cuba el gobierno promovió el uso de una app desarrollada por estudiantes de la Universidad de Ciencias de la Computación que colaboraron con el Ministerio de Educación Superior de Cuba, el Ministerio de Salud Pública y la empresa estatal de telecomunicaciones ETECSA con el objetivo de identificar en tiempo real aquellas personas que se auto-diagnosticaron con alguna sintomatología respiratoria y que pudieran ser sospechosas de la enfermedad, esto se realiza gracias al llenado y envío de formularios por Internet, que posteriormente son procesados y trasladados a los centros de salud (Freedom on the Net, 2020). En Ecuador, la app gubernamental SaludEC permite a los usuarios informar sus síntomas y conectarse con los servicios de salud, la app solicita permiso para acceder a la ubicación GPS y requiere que los usuarios proporcionen información de identificación confidencial. México también cuenta con un cuestionario de detección de covid-19 que recopila información personal sensible que puede ser transferida a las autoridades federales y locales.
Entre otras aplicaciones digitales que apoyan el trabajo médico de automatizar diagnósticos son los bots virtuales como R.O.S.A. (Respuesta Operativa de Salud Automática) en Panamá que gestiona consultas digitales vía WhatsApp y mediante la línea 169 ayudando a filtrar los pacientes que presentan síntomas relacionados con la covid-19 para ser remitidos a una atención médica; adicionalmente puede responder dudas sobre la enfermedad y el virus SARS-CoV-2 (Fundación Carlos Slim, 2020). También “Aurora” un bot desarrollado por el Ministerio de Salud Pública (MSP) de República Dominicana que provee información a la población sobre la covid y conecta con más de 200 médicos, a través de herramientas sociales como Whatsapp y Telegram, permitiendo a los ciudadanos realizar video llamadas y obtener asistencia general vía telefónica o texto. En tan solo menos de 24 horas de lanzada, se reportaron más de 26 000 interacciones y 17 días después, 183 860 (Cruz, 2020).
Adicionalmente las apps pueden ser complementadas con algoritmos que registren aquellos casos confirmados de covid para dar seguimiento y alerta a sus contactos considerados como posibles contagiados. En la región identificamos al menos 6 países donde las apps digitales presentan opciones de seguimiento de contactos (Brasil, Ecuador, Haití, México, Perú y República Dominicana). A pesar de que se ha señalado que estas apps tienen un bajo uso y en muchos casos se trata de aplicaciones voluntarias, nos es importante resaltar el ejercicio como un ensayo inédito de gran alcance regional en tan poco tiempo, que muestra posibles rutas para futuras experiencias de vigilancia digital.
Es indudable la utilidad que pueden tener estas tecnologías para poder formular políticas lo más adecuadas posible en el tratamiento de covid-19 o de cualquier otro padecimiento generalizado que requiera un monitoreo preciso. Pero también es indudable el carácter autoritario de todas estas tecnologías. Los datos recopilados sirven para elaborar los mapas epidemiológicos que ayudarán a controlar al virus pero que pueden servir a fines diversos, sean comerciales (como ofrecer servicios privados o medicamentos de patente una vez que se conoce el estado de salud del individuo), o de vigilancia.
De hecho, se podría decir que mediante estas tecnologías se está estableciendo un panóptico global (un big brother) en el que todos los individuos quedarán expuestos a procedimientos de control y disciplinamiento diversos que, de conformidad con los estilos políticos en cada lugar, podrán ser abiertamente represivos o adoptarán estilos consensuales. Los dispositivos digitales de vigilancia implementados por requerimientos médicos se ven entremezclados con rasgos sociales, políticos y culturales situados, específicos de las relaciones de poder de cada territorio en concreto.
En realidad desde el momento en que los individuos incorporan voluntariamente la aplicación a su teléfono móvil, están aceptando someterse a una autoridad superior y a normas y políticas no decididas por ellos. El problema es que no incorporar la aplicación equivale a quedar excluido de las fuentes de información que le permitirían tener un criterio propio sobre el caso. De esta manera sirven para generar nuevos patrones de identidad y sometimiento, generar criterios de clasificación (exclusión e integración) y códigos de acceso para restringir o permitir la movilidad de los cuerpos.
En principio son los gobiernos, y a la ocasión las autoridades de salud, quienes estarían dictando las reglas y procedimientos a seguir en esta circunstancia, pero los datos se están registrando no sólo por ellos sino por las autoridades de control de población en general, incluidas las de seguridad. O sea, que la angustia sobre la pandemia, justificada y compartida, es la puerta por la que se proporcionan informaciones privadas a bancos de datos que no se sabe quién procesa, controla y utiliza y que tienen propósitos diferentes que los de salud.
Más aún, si bien las aplicaciones pueden ser desarrolladas localmente, el destino final de los datos son las grandes y poderosas plataformas digitales como Google, Amazon, Facebook,
Apple y Microsoft (gafam), que no pueden ser controladas ni por los gobiernos particulares ni por los usuarios. Por supuesto aquí hay toda una discusión sobre diferentes medidas para poner límites al poder que tienen estas plataformas, a las que habría que agregar su vínculo con el Pentágono, pero por el momento tienen la capacidad no sólo de ser las depositarias de la información recopilada y poderla procesar o utilizar como mejor convenga a sus intereses empresariales, corporativos y políticos, sino que tienen también el poder para simplemente desconectar a un país entero en caso de que quiera ponerles límites y restricciones (ver el reciente caso de Australia).
La información será presumiblemente usada para una variedad de derivaciones comerciales que la aprovechan para el control y manipulación de las emociones, deseos, gustos y rechazos de los individuos ante estímulos digitales (ver el film testimonial Los dilemas de las redes sociales) con el propósito de inducir el consumo. Pero también se sumará a las manipulaciones políticas que pueden buscar orientar preferencias electorales, la criminalización de ciertos comportamientos opositores estigmatizados (comunistas, terroristas, etc.), la movilización en torno a objetivos puntuales, incluso sexistas y racistas. Adicionalmente, el paquete de datos que se está recopilando, desde los que se ofrecen con las tarjetas de crédito y similares, hasta los que se entregan con motivo de la pandemia van configurando los perfiles de disidencia social ya sea individual o colectiva, real o potencial, que ayudará a los encargados del disciplinamiento social a ser más eficaces y precisos.
Las tecnologías digitales redefinen el espacio de la privacidad y lo íntimo, al estar presentes en mayores ámbitos de nuestra cotidianidad. Cámaras, sensores, antenas y algoritmos renuevan las medidas disciplinarias y de control en las sociedades actuales.
Como puede verse en las tablas presentados, todos los países están aplicando más o menos las mismas alternativas tecnológicas. Es cierto que su fragilidad frente a las grandes plataformas es anterior a la pandemia pero se incrementó notablemente el último año.
Estamos en la era de la ciberguerra. Los desarrollos tecnológicos de mayor impacto han surgido de los entornos militares atendiendo a las exigencias del uso dual: militar-estratégico y civil.
Principales apps digitales en América Latina para enfrentar la Covid-19
Fuentes: Elaborado con información de
COVID-19 Digital Rights Tracker Supporting Data (TOP10VPN.com, 2020), Covid-19
Apps (EENA, 2020), Organización de Naciones
Unidas (UN, 2020), Pandemic Big Brother
(2020), Privacy International (2020) y otras fuentes hemerográficas.
1/ El European Emergency Number Association
(EENA, 2020) identifica 5 tipos de aplicaciones por su uso: de información,
auto-diagnóstico, seguimiento contactos, multipropósitos
y otras relacionadas.
2/ Información disponible solo para
descargas con sistema operativo Android (Google)
ND: No disponible
La ciberguerra no se reduce a estos controles individualizados, por supuesto, implica el control e intervención en el ciberespacio como un todo. Implica controlar los sistemas informáticos del enemigo, del competidor o del disidente y desde ahí provocar su fragilización o destrucción. Pero la batalla con el sentido común de la gente es primordial para lograr vencer y dominar.
Estos sistemas están diseñados para eso: para dominar y vencer.
Fuentes consultadas
Almenara, Micaela de (2020), “Drones para combatir el Covid-19”, Métrica Perú, 27 de mayo, disponible en: https://metrica.pe/blog/drones-para-combatir-el-covid-19/
Cruz, Juan y Cohn-Lois, Anniete (2020), “Los canales digitales en la gestión del COVID-19: El caso de República
Dominicana”, Banco Interamericano de Desarrollo, 04 de junio, disponible en: https://blogs.iadb.org/administracion-publica/es/los-canales-digitales-en-la-gestion-del-covid-19-el-caso-de-republica-dominicana/
Fundación Carlos Slim (2020a), “El auge de las herramientas digitales en Panamá durante el brote de COVID-19”, Fundación Carlos Slim, disponible en: https://saluddigital.com/plataformas-digitales/el-auge-de-las-herramientas-digitales-en-panama-durante-el-brote-de-covid-19/
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International, disponible en:
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Ana Esther Ceceña
Josué G Veiga
Entrevista concedida a
ENEKO CALLE Y JAVIER GONZÁLEZ, 28 DE ABRIL DE 2016, directores de la
Revista digital “Pueblos”
Eres especialista en hegemonía económica mundial, ¿cómo podrías
explicarnos qué es la hegemonía desde tu punto de vista?
– La hegemonía la
entiendo como la capacidad que tiene un sujeto particular de universalizar su
visión del mundo. Es decir, cuando se habla de un sujeto hegemónico, se hace
referencia a un sujeto que ha tenido la capacidad, la posibilidad, de hacer que
el resto piense como él y se comporte de acuerdo con ese modo de pensar o de
entender el mundo. Hablar de hegemonía capitalista, equivale a reconocer el
hecho de que la gente piensa que el capitalismo es el único modo de vida
posible, el modo de vivir que de alguna manera puede acomodar o no, pero que no
tiene remedio. La hegemonía hace posible que se asuma como propia esta manera
de entender el mundo. Eso es lo que yo entiendo por hegemonía, a partir de los
planteamientos de Gramsci. Cuando trabajaba en cuestiones de hegemonía, lo que
tenía como mira era una estrategia correspondiente a la clase obrera y a sus
anhelos políticos de transformar el mundo. Entendía esa transformación como un
gran fenómeno cultural a través del cual la clase obrera, en un proceso de
desalienación, desarrollara una visión del mundo propia, capaz de generar un
nuevo tipo de entendimiento social. Desde su perspectiva de análisis político,
esa transformación implicaba mucho más que controlar los medios de producción.
Suponía una inteligibilidad diferente a la del capitalismo.
Mi manera de entender
la hegemonía parte de ahí. De acuerdo con mi lectura, Gramsci planteaba que la
visión del mundo nace en la fábrica, en el proceso de trabajo, en ese lugar
donde los obreros vivían en comunidad, entre sí, donde observaban el mundo al
que se enfrentaban todos los días. No obstante, estando de acuerdo con Gramsci
yo estiro un poco el argumento porque a mí me parece que efectivamente la
visión del mundo nace en la actividad pública, pero también en la actividad
privada, en la comunidad donde se vive, y en el conjunto de relaciones que
implica. Son dos comunidades de pertenencia con diferentes características,
podría decirse que una es la comunidad de producción y la otra es la de
reproducción. Sólo en el cruce de los imaginarios provenientes de esas dos comunidades
se conforma la visión del mundo del proletariado.
– Y para que el sujeto piense que el modo de vida es
el capitalismo quiere decir que todos esos espacios de la vida están
copados por el sistema, ¿no?
– Estamos en el momento
más complicado, porque el capitalismo está evidenciando su incapacidad para
sustentarse. Llegó a un nivel en el que él mismo no puede recrear sus propias
condiciones de existencia a largo plazo. Es un capitalismo que avanza
destruyendo. Esto se ve claramente en la naturaleza, pero también en lo social,
ya que cada vez es más excluyente y menos capaz de garantizar la reproducción
de la sociedad en la que actúa; esto lo lleva a fortalecer su lado
disciplinario y militarista para enfrentar el creciente rechazo de la
ciudadanía.
– En este sentido, ¿cómo se sostiene el capitalismo?
– Todas las
instituciones, como el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional
(FMI) han sido creadas por el capitalismo, es decir, son parte de su andamiaje.
Ahora, ¿cómo se sostiene?, va más allá, es algo complejo y con muchos niveles.
Se sostiene creando estructuras y a través de los conocimientos que se
transmiten en las escuelas, de los mensajes de los medios de comunicación,
apropiándose del trabajo de la sociedad, extrayendo recursos de la naturaleza,
etc. Hay dos vías importantes que me gustaría destacar. Una de ellas es que se
sostiene convenciéndonos de que este es el único modo de vida posible -y ahí
volvemos a destacar la importancia de la hegemonía- y que además es atractivo.
No es sólo que dentro de esta sociedad nos veamos forzados a hacer ciertas
cosas, o de cierto modo, sino que el capitalismo fascina, la gente quiere ser
de determinada manera porque esas son las imágenes de éxito o de realización
que tiene enfrente. La segunda es la creación de tecnología, con lo que ha
logrado transformar el saber en objetos; y es así como se está apropiando
constantemente de los saberes de la sociedad, ese es el modo capitalista de
funcionar. Pero esto tiene el problema de la sustentabilidad. Me refiero a que
esta práctica “objetivadora” crea un gran nudo contradictorio, ya que da
capacidad para aumentar las posibilidades de apropiación pero al mismo tiempo
va mutilando la creatividad propia de la naturaleza y del ser humano. Esto es
lo que nos ha llevado a la catástrofe civilizatoria en la que nos encontramos.
– ¿Crees que hay una lógica capitalista en, por
ejemplo, la implantación de más de 70 bases militares estadounidenses en
América Latina o las actuales guerras o invasiones de países como Afganistán o
Irak?
– Claro. Esa
militarización diría que tiene dos propósitos básicos: uno, apropiarse
recursos, territorios y en general todo lo que le hace falta al capitalismo
para reproducirse; ese es el objetivo de la competencia, en tanto que disputa
bienes indispensables; y dos, detener la insurgencia, entendida como cualquier
tipo de iniciativa contestataria. Son dos propósitos distintos pero que siempre
van combinados. Esto ocurre por ejemplo con el petróleo, que es lo que mueve
todo en este sistema –lo que lo hace un bien indispensable-, pero al mismo
tiempo se trata de un bien que otorga poder. Simultáneamente devasta
territorios, contamina, desplaza poblaciones y obviamente genera
cuestionamientos y rechazos. Otro ejemplo es el agua, un elemento clave que no
sólo se necesita para la reproducción material, sino que además permite
controlar a la población en su conjunto porque la gente no puede vivir sin
agua. Y esto nuevamente, incluso más que el petróleo, provoca diferentes tipos
de manifestaciones que cuestionan la pertinencia civilizatoria del capitalismo.
– ¿En qué consiste la modalidad militarizada del capitalismo que
planteas?
– En general el
capitalismo de nuestros días ha llegado a un nivel de conflictividad, de
tensión social que está generando repetidos rechazos. Por un lado la exclusión
que genera resistencia y lucha, y por otro la disputa por los recursos y los
territorios que genera también resistencias o levantamientos. Por eso uno de
los de los propósitos del capitalismo es controlar a las poblaciones,
“disciplinarlas”, para que no tengan condiciones de poner en riesgo la
operación capitalista. Entonces, cuando hablamos de militarización no sólo
hablamos de bases militares –que son posiciones desde donde se puede tener un
radio de acción cercano, dar una respuesta rápida e intimidar–, sino de algunos
otros dispositivos complementarios de la militarización, más efectivos y
peligrosos, casi subliminales, que son todas esas actividades de control social
que aparecen en el ámbito jurídico, moral, educativo, estético y cultural,
donde se hacen cumplir las reglas del juego. Son dimensiones menos visibles
pero más complicadas de entender y de resistir o rechazar, porque es difícil
identificarlas como parte de una única misma estrategia de control y
militarización.
Otra cuestión son las
guerras, y hay que tener en cuenta que la forma de hacer la guerra en el siglo
XXI ha cambiado. Ahora son lo que yo llamo “guerras difusas”, no tienen
fronteras temporales ni espaciales, son como manchas de aceite que se expanden.
No empiezan un día, no hay declaración de guerra, sino que directamente
instalan situaciones de guerra. Ahí tenemos Siria y otros casos cada vez más
frecuentes. En definitiva son políticas de desestabilización que combinan
mecanismos militares y no militares; por ejemplo, puede ser una
desestabilización económica junto con una penetración de redes de
narcotraficantes en un territorio o una invasión. Se combinan de diferentes
maneras según el caso y aparecen entonces como si fueran situaciones únicas
desarticuladas, pero son piezas de una política general del capitalismo en este
siglo. Hay que tener en cuenta que el capitalismo siempre se ha sostenido a
través de la guerra, ya que implica impactos tan graves en la población que
debe ir acompañado por un recurso de fuerza. Los desplazamientos de población,
la precarización, la explotación e incluso el trabajo esclavo se pueden
resolver mediante un disciplinamiento consensuado o por la fuerza. Y mientras
más excluyente es el capitalismo, más violencia necesita.
– Y para poner fin a esa violencia o “guerras difusas” hay ejemplos
de algunos procesos de paz, como actualmente, el de Colombia, ¿el
capitalismo también gana con la paz?
– Puede ganar con la
paz, pero se trata de una paz relativa. En el caso concreto de Colombia
hablamos de una paz militarizada, que es lo que se está negociando, y eso no lo
considero paz. En Colombia se está dando un debate muy fuerte sobre lo que
significa el proceso para la sociedad, por ejemplo, ¿va a cambiar la propiedad
de la tierra?, ¿van a dejar de expulsar a la gente?, ¿ya no va a haber
megaproyectos mineros?
Hay también la
hipótesis de que el acuerdo va a atraer capitales y el capitalismo funcionará a
todo vapor. Por lo menos el avance de las empresas mineras indica que con o sin
acuerdo de paz el negocio seguirá depredando población y naturaleza.
– Entiendo que los Tratados de Libre Comercio (TLC) facilitan el avance
de esas transnacionales. Actualmente, la UE y EEUU están negociando el TTIP
(Tratado Trasatlántico de Inversión y Comercio). ¿Son estrategias para
contrarrestar la posible hegemonía china en el control económico mundial?
– Siempre han sido
parte de la disputa hegemónica a través de un avance en términos de control
territorial y del establecimiento de reglas del juego. Todos estos tratados han
tenido y tienen como objetivo uniformar las normas en términos económicos, de
seguridad, de control de fronteras, etc. Por ejemplo, hay cláusulas que abren
la posibilidad de realizar prospecciones biológicas, lo que sirve para “limar”
las restricciones existentes por las diferencias entre legislaciones, sobre
todo con los países del sur, que en el período llamado desarrollista aprobaron
leyes para proteger los bienes naturales con los que contaban, evitando o
regulando la entrada de capital extranjero. Esto es lo que se ha ido rompiendo
con los tratados de libre comercio. En México, como paso previo al tratado, se
cambió el artículo constitucional relativo a la tenencia colectiva de la tierra
para facilitar su privatización. En América Latina, el avance del Tratado
Transpacífico propone nuevas reglas del juego para desregular aspectos que no
se pudieron profundizar en acuerdos anteriores.
– Desde la experiencia de Latinoamérica, ¿qué aprendizajes
podemos sacar de otros TLCs? ¿Crees que el TTIP supondrá un retroceso
en nuestros derechos de ciudadanía?
– Este tipo de tratados
siempre tienden a rebajar los derechos. En el caso de México y Estados Unidos
las desigualdades son tan grandes que nos afectó de múltiples maneras, una de
ellas fue la flexibilización y precarización generalizadas del trabajo. Pero me
gustaría destacar la peligrosidad de las privatizaciones: cuando hablamos de
privatizar el sistema sanitario parece que fuese sólo una cuestión de quién se
lleva las ganancias, pero no es sólo eso, hablamos de cómo se gestiona, cómo se
restringe, etc. Una de las cuestiones del Tratado Transpacífico es que pretende
erradicar el uso de medicamentos genéricos en beneficio de la propiedad
intelectual. Esto quiere decir que el costo de la salud aumenta en torno a un
1.000 por ciento en algunos casos y eso implica que la población simplemente no
va a tener acceso a los medicamentos.
– Los sujetos no están quietos, no están sólo en la resistencia, sino que
también están creando alternativas, ¿se están trabajando alternativas reales al
sistema?
– Por supuesto, y son
distintas. No es que haya sólo rechazo, sino que a lo largo de todo este
proceso de neoliberalización y de lucha la gente ha podido irse organizando y
conectando, creando muchas figuras de encuentro como pueden ser las
coordinadoras contra la minería o por la defensa del agua. Es importante el
rechazo a los proyectos capitalistas en estos casos pero, quizá más, la
variedad y riqueza de las formas de organización que se han ido creando.
En el caso de América
Latina, con el levantamiento de los pueblos originarios, que tienen una memoria
histórica anterior al capitalismo, la gente sabe que en otro tiempo vivió de
otra manera, que el capitalismo no es la única manera de vivir. Da igual que no
recuerden exactamente cómo vivieron antes o que sean más bien “recuerdos
reinventados”, lo importante es esta idea de que somos distintos y de que no
tenemos por qué aceptar maneras de vivir que no nos parecen adecuadas y que no
tienen relación con nuestras culturas originarias. Esto se evidencia cuando
reflexionamos sobre la forma de relacionarse con la naturaleza, con las
montañas, con la comunidad o con las emociones. Esta inconformidad, rechazo o
crítica creativa es lo que nos encontramos en la base de propuestas como el
Buen Vivir de los pueblos andino-amazónicos o en la idea de la “unidad en la
diversidad” del movimiento zapatista: el mundo en el que caben todos los
mundos, en las que cuenta tanto lo objetivo como lo subjetivo. Se trata de
propuestas que todas juntas y combinadas, desde mi punto de vista, han abierto
un nuevo ciclo de pensamiento emancipatorio, que poco a poco está produciendo
nuevos modos de entender el mundo. En otras palabras, están generando un
“corredor conceptual” en el que se está construyendo una idea de mundo distinta
frente a todas las barreras existentes, materiales y de sentido, porque esto
implica disputar territorios físicos tanto como epistemológicos. Y aquí habría
que traer nuevamente a Gramsci y su idea de abrir nuevos horizontes de sentido
para poder transformar el mundo. Es una lucha permanente.
– ¿Es el imperialismo la forma de dominación del sistema capitalista
o hay múltiples formas de dominación?
– Con respecto al tema
del imperialismo hay que asumir con mucha seriedad las consideraciones de Marx
sobre la naturaleza contradictoria de la sociedad capitalista y la relación
antagónica entre las clases que la componen. Todos los territorios del
sistema-mundo capitalista están atravesados por esos antagonismos. El limitante
cuando se habla de imperialismo es que se refiere, por un lado, a la
interestatalidad, a la dominación de un país sobre otro y, por otro, a la
dimensión estructural. Pero, de acuerdo con Marx, no es un país el que domina
sino un sujeto, por eso mi modo de aproximación al problema es diferente. Yo
pienso en la dominación como un fenómeno que, retomando un concepto del
Pentágono, tendría que entenderse como de espectro completo. Nos encontramos en
un sistema regido por relaciones de poder y el poder no sólo expresa
apropiación material sino, sobre todo, sumisión cultural, desarraigo,
pulverización. No hay mejor dominación que la que construye consensos, aunque sea
bajo condiciones de alienación. Si la dominación no abarca todo el espectro
siempre habrá un resquicio desde donde combatirla, deconstruirla. Más
importante que instalar una base militar es convencer a la sociedad de que la
política, el diálogo social, debe adoptar una forma militarizada. Más
importante que perseguir a un enemigo es lograr que su amigo lo delate. Más
importante que invadir una selva es convencer a sus habitantes nativos de que
lo mejor que pueden hacer es entregarla. La dominación tiene múltiples caminos,
y capacidad y fuerza para activarlos todos simultáneamente. Siguiendo a Sun
Tsu, la mejor guerra es la que se gana antes de iniciar. El poder desata todas
sus argucias para lograr dominar “por consenso” y para ello es necesario penetrar
las mentes y los corazones.
Es claro que somos
antiimperialistas, no queremos ningún imperio de ningún carácter. Pero la
emancipación no se resuelve con que no nos impongan políticas desde fuera. La
complejidad de la dominación abarca todas las dimensiones de la vida. No hay
sólo una dominación estatalizada. Aquí es útil recordar los trabajos de
Foucault sobre los dispositivos del poder. El panóptico de la vigilancia y
control como figura de la dominación. Es otro nivel, otra forma de entender las
relaciones de poder. Obviamente son territoriales pero se expanden en todos los
territorios: el territorio geográfico, el corporal, el conceptual, el
emocional… Todos los espacios de libertad son desafiados por los dispositivos
del poder. La emancipación pasa por lograr convertirnos en seres no
controlados, no vigilados, seres con capacidades propias de creación y
movimiento. Seres con utopías, voluntades, emociones y capacidades para crear
su propia materialidad.
– Por lo tanto, deduzco que los movimientos emancipadores comparten problemas en sus reivindicaciones
y alternativas que proponen al sistema.
– Los levantamientos
emancipatorios que conozco, ya sea que caminen por lo conceptual o por lo
material-territorial, se originan casi siempre en una constatación de la
inmoralidad del capitalismo (pensando a la manera de Thompson). Provienen de
situaciones inaguantables de humillación, de desprecio, de discriminación, de
atropello, de violencia. Son levantamientos de dignidad y coraje, aunque con
certeza, aunque sea muy tímida, de que lo otro es posible. El proceso
emancipatorio es una experiencia crítica de carácter panorámico, del tamaño de
la complejidad de la dominación y más, si el propósito es trascenderla. No
puede haber emancipación que no sea de espectro completo, en todos los
sentidos. Al sistema de dominación hay que abandonarlo para ir urdiendo formas
de organización social donde el poder, cada vez que asome, sea colectivamente
rechazado.
La dominación, que es
el resultado de las relaciones de poder, penetra por todos los poros de la
sociedad y cuenta con múltiples y vigorosos medios de promoción. Su herramienta
más eficaz y peligrosa no es ni un misil, ni los drones de exterminio, ni los
virus que suelta la guerra bacteriológica de baja intensidad. Su arma más
eficaz es hacernos desear ser poderosos.
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