Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel. |
Textos Destacados
Somos Cuba Viva,
el país que se ha empeñado en
resistir y vencer
Discurso pronunciado
por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, en la
clausura del VI Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder
Popular, en su IX Legislatura, en el Palacio de Convenciones, el 17 de
diciembre de 2020, “Año 62 de la Revolución”
Autor:
Miguel Díaz-Canel Bermúdez | internet@granma.cu
18 de
diciembre de 2020 01:12:25
(Versiones
Taquigráficas - Presidencia de la República)
Queridos General de
Ejército Raúl Castro Ruz y compañeros de la Generación Histórica;
Compañero Esteban
Lazo, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y Presidente del
Consejo de Estado;
Diputadas y
diputados;
Compatriotas:
Se honra Cuba al
contar en un día como hoy, cuando se cumplen seis años de su regreso a la
patria, con el compañero Gerardo Hernández Nordelo como miembro de nuestro
Consejo de Estado (Aplausos).
Hace un año, desde
esta misma tribuna dijimos: ¡nos tiraron a matar y estamos vivos! Suponíamos
entonces que nada podría ser peor que aquella escalada de medidas de
endurecimiento del bloqueo imperialista y de ataque a las fuentes de
suministros energéticos, a las brigadas médicas y a cualquier posibilidad de
financiamiento.
Hasta que llegó el
2020, un año duro y desafiante como pocos a causa de la desconcertante pandemia
de la COVID-19 que cerró de golpe y durante meses las puertas a la economía y a
la vida misma.
Todo fue peor,
porque su impacto es universal y alcanzó momentos insoportables, con el
oportunista recrudecimiento del bloqueo estadounidense, prueba definitiva de la
profunda maldad de nuestros adversarios.
Ellos insistieron en
matarnos; pero nosotros insistimos en vivir y vencer. Cuba Viva saltó por
encima de sus propias posibilidades.
Es el destino de
este pueblo: crecerse con los desafíos. Está en los genes de la nación cubana,
forjada en la resistencia y la rebeldía de los esclavos que se negaron a serlo
y en la voluntad de los emigrantes cargados de sueños; está en la herencia de
los líderes independentistas que quemaron sus riquezas en el fuego de la
Revolución; en las madres de sus hijos nacidos en medio del combate, y en la
fuerte identidad del criollo que maduró en los largos años en que la patria
solo fue libre en la manigua. Está en las sucesivas generaciones que dejaron
sangre y simiente en desiguales combates en calles y en serranías hasta la
victoria.
No hay modo de
explicar la existencia de la Revolución, su triunfo y su sobrevivencia frente a
despiadados acosos y dolorosos abandonos, sin esas esencias que todos los días
nos ponen frente a una historia que ya acumula tantas heroínas y héroes por
habitante que se hace difícil contarlos.
Pero el ejemplo
contagia. En estos meses de pandemia, hemos sido testigos de hazañas cotidianas
en personas de todas las edades y oficios, mujeres y hombres, jóvenes y
ancianos. Hasta los niños lo han sido, al transformarse en ejemplares
educadores de sus padres en cuanto al uso del nasobuco, el lavado de las manos
o el distanciamiento físico, los tres pilares de la responsabilidad individual
en esta batalla de todos.
Quiero decir hoy
aquí que cada hora de estos meses de enfrentamiento a la COVID-19 fue de
crecimiento y aprendizaje. Hubo jornadas tensas, agotadoras, pero jamás nos
acompañó el desánimo, gracias especialmente al pueblo.
No es posible el
desánimo cuando se tiene enfrente el heroísmo, no de una persona o de un grupo,
sino de una nación entera. Y ese heroísmo nos hala constantemente, nos inspira
a dar más, a hacer más, a sentir vergüenza cuando el cuerpo nos pide un descanso.
Soportando carencias
de todo tipo, colas desgastantes y una renuncia temporal a fiestas y abrazos,
las cubanas y los cubanos aceptamos los más duros retos en el año 2020.
El nuevo coronavirus
es un gigantesco desafío en medio de la crisis impuesta por el bloqueo. Pero lo
asumimos sin miedo. Hemos tenido menos medicinas, menos comida, menos
transporte..., pero también menos contagios, menos enfermos y menos fallecidos.
Eso solo se explica porque hemos tenido más voluntad política, más solidaridad,
y más justicia social. Más socialismo.
En la Ciencia y la
Medicina se implantaron récords en cuanto a la entrega y el sacrificio
personales y colectivos, que permitieron que el país se colocara muy pronto
entre los que han logrado controlar la pandemia.
Para ilustrarlo con
la rotundidad de las cifras: el país acumula 1 294 052 muestras realizadas, con
9 771 casos positivos, de los cuales, lamentablemente, han fallecido 137
personas, para una tasa de letalidad del 1,40, por debajo de la tasa mundial de
2,25, y también por debajo de la tasa de la región de las Américas de 2,54.
Somos de los pocos
países del mundo que no han registrado muertes por COVID-19 de embarazadas,
niños, ni personal sanitario.
Cerca del 90 % de
todos los contagiados se han recuperado gracias a los robustos protocolos que
se perfeccionan continuamente. Las salas de terapia intensiva no han colapsado.
Y paralelamente con la atención médica, los profesionales de la Salud trabajan
en más de 800 investigaciones, que han generado cientos de publicaciones
científicas. Más de una docena de
biofármacos cubanos se emplean en los tratamientos, mientras se ensayan cuatro
candidatos vacunales y ya se lograron prototipos de tres modelos de
ventiladores pulmonares, de cuya producción se ocupará la industria nacional.
Como la historia,
con sus siglos de lucha y resistencia, la obra educacional y el modelo de
desarrollo humano que la Revolución escogió para sus hijos, nos pusieron, en el
enfrentamiento a la pandemia, por delante de países de similar o superior
desarrollo.
El talento natural
del pueblo y aquella sentencia premonitoria de Fidel de que nos convertiríamos
en un país de hombres —y mujeres— de Ciencia, pero muy especialmente su idea
llevada a la práctica en la voluntad política de invertir en áreas tan
novedosas y casi exclusivas del primer mundo, como la ingeniería genética y la
biotecnología, las neurociencias y la producción de medicamentos, nos han
permitido colocarnos a la vanguardia de los estudios sobre la pandemia y los
protocolos de atención y seguimientos a los contagiados.
Un principio
humanista, inseparable de la Revolución: la vida humana como bien supremo de la
sociedad está en la base de la estrategia nacional de enfrentamiento a la
epidemia en Cuba y en otros 39 países, hasta donde han llegado en estos meses
unos 3 000 profesionales cubanos, agrupados en 53 brigadas del Contingente
Henry Reeve.
El acoso, la
persecución, la difamación y las groseras presiones del actual Gobierno de los
Estados Unidos contra otros países por recibir o simplemente solicitar apoyo
del prestigioso Contingente, no tiene precedentes.
Pero su obra ya caló
tan hondo en las naciones que la reciben, que de su agradecimiento brotó la
propuesta para el Nobel de la Paz al Contingente Henry Reeve, una candidatura
que honra profundamente a un proyecto de Fidel en este mundo gobernado por los
egoísmos y las reglas del mercado. Se
reconoce así la consagración de nuestros trabajadores de la Salud a salvar
vidas en las más difíciles condiciones y en los sitios más remotos, a donde
nunca llegará ni una limosna de sus perseguidores.
Sin ceder al exceso
de optimismo, siempre peligroso por cuanto desmovilizaría las acciones que
deben mantenerse en el tiempo, vamos pasando todas las pruebas de la pandemia
gracias al pueblo y al empuje preciso de la Ciencia, un poderoso motor de
tracción múltiple, si me perdonan la analogía.
Porque hay que decir
que los aportes de la inteligencia colectiva no se reducen al área vital de la
Medicina y los servicios de Salud Pública.
Agradecemos que algunas de las mentes más brillantes de nuestro país
permanecieran atentas y aportando, desde las plataformas digitales, con agudeza
crítica, a los análisis científicos que, también desde la economía y las
ciencias sociales e históricas, deberán dotar a la nación de un cuerpo teórico
indispensable a este momento preñado de urgencias.
Nunca es poco ni
banal lo que se aporta desde el conocimiento y el compromiso con el destino de
la nación. Es una señal que distingue a los muchos cubanos que acompañan a la
Revolución en todos sus desvelos y quieren ayudar a la conquista de la
prosperidad pendiente. Y a los que hoy cumplimos el deber de gobernar nos ayuda
a rectificar mientras caminamos, algo de lo que jamás nos avergonzaremos ni
renegaremos. Entendemos que estudiar,
aprender y tomar decisiones, desde los saberes colectivos, conduce siempre por
caminos más seguros y más justos.
Compatriotas:
En el año 2020
enfrentamos condiciones excepcionales en la economía. Cualquier adjetivo resultaría insuficiente
para calificar la atroz combinación de bloqueo reforzado y pandemia sobre la
economía y la sociedad.
Hablamos de efectos
acumulados de la persecución financiera y el cerco a cualquier fuente de
ingresos en divisas, que se refuerzan de forma oportunista en medio de la
pandemia y la contracción económica universal que provoca, con la consecuente
interrupción de la actividad turística, una de las principales fuentes de
ingresos del país; la contracción de las importaciones; la disminución de la
actividad productiva y de servicios, tanto en el sector estatal como en el no
estatal, y los gastos de salud adicionales a los previstos en el plan, junto al
incremento de los financiamientos desde el Presupuesto del Estado, entre otros.
Al diseñar el Plan
de la Economía para el año 2020, habíamos previsto, aun en condiciones de
fuertes restricciones, alcanzar un crecimiento en el orden del 1 %. Como ha
sucedido prácticamente en todas las regiones y países, la COVID-19 nos obligó a
modificar todas las previsiones.
El hecho es que no
habrá crecimiento. Como se ha informado aquí, se decrecerá alrededor de un 11
%.
Cae la economía,
pero no se detiene. Hemos aprobado la Estrategia Económico-Social y el Plan
Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el año 2030 y se concluyeron
los estudios para la implementación del ordenamiento monetario, que se iniciará
el próximo 1ro. de enero.
En medio del peor
escenario se han concluido importantes inversiones en los principales programas
de desarrollo, incluyendo el de la vivienda, con 47 400 inmuebles terminados;
el turismo, con 2 000 nuevas habitaciones; la primera bioeléctrica en
operaciones en el país, e inversiones en el sector hidráulico y la producción
de alimentos, entre otros.
Simultáneamente, se
aprobaron 29 proyectos de Inversión Extranjera, por 2 455 millones de dólares,
5 de ellos en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, importante y estratégico
enclave económico del país, donde operan empresas de 21 países y de 11
multinacionales. Allí se han aprobado 55 negocios, con un monto de inversión
comprometido que supera los 3 000 millones de dólares, generándose 11 763
nuevos empleos.
Si bien en el
escenario en el que se elabora el Plan de la Economía para el año 2021,
prevalece la incertidumbre asociada a la evolución de la pandemia y sus graves
impactos en la economía mundial, el próximo año se espera un proceso gradual de
recuperación, con un crecimiento entre un 6 % y un 7 %, lo que demandará un
trabajo intenso de todos los actores económicos. Alcanzar este objetivo exige
de nosotros mantener el control de la COVID-19, en función de no enfrentar retrocesos
en la apertura que ya hemos iniciado en el turismo y en la actividad productiva
en general.
El país continuará
trabajando en su desarrollo. El plan de inversiones se incrementa un 22 %
respecto al año 2020; concentrándose el 60 % de los recursos en los sectores
priorizados: producción de alimentos; medicamentos; defensa; turismo; fuentes
renovables de energía; programa de la vivienda y las fábricas de producción de
cemento y acero.
A pesar de la
contracción que nos deja este año, no renunciamos a alcanzar el crecimiento
proyectado para la segunda etapa del Plan Nacional de Desarrollo Económico y
Social, comprendida en el período del 2022 al 2026.
Para ello, es
preciso continuar avanzando con mayor celeridad y prioridades claras en la
implementación de la Estrategia Económico-Social, y mantener bajo control la
inflación, evitando que se exprese por encima de los niveles proyectados en el
ordenamiento monetario; incentivar la generación de nuevos empleos,
fundamentalmente en la actividad productiva, para lo cual es imprescindible el
impulso al desarrollo local, priorizando el turismo, en respaldo a su
recuperación gradual y con énfasis en los suministros para la circulación
mercantil minorista en moneda nacional, sobre todo de productos de amplia demanda.
Se priorizará,
igualmente, el impulso a las inversiones en la Zona Especial de Desarrollo
Mariel y el incremento de las ventas de las entidades nacionales a la Zona por
encima de lo proyectado en el Plan, y la participación de la industria nacional
como proveedor de las ventas minoristas y mayoristas en divisas.
En ese contexto,
será preciso mejorar el déficit fiscal proyectado, a partir de una mayor
eficiencia del gasto público y del aumento de los ingresos del Presupuesto del
Estado.
Con el inicio del
ordenamiento monetario, el año 2021 será decisivo en la recuperación gradual de
la economía, en tanto logremos crear condiciones más favorables para el
desarrollo del sector productivo nacional.
Esas prioridades
conectan con algunos avances logrados durante este año difícil, como los
programas de desarrollo territorial, la gestión de la ciencia y la innovación,
las redes de laboratorios de biología molecular, las nuevas facultades
otorgadas al sistema empresarial, el programa para el avance de la mujer, la
política de comercialización de productos agropecuarios, la creación de parques
tecnológicos y sociedades mercantiles de interfaz entre universidades y
empresas.
La conducción de la
economía se ha diseñado bajo el principio de asegurar, como objetivos
esenciales, el acceso a los alimentos, combustibles, fertilizantes y
plaguicidas, medicamentos, satisfacer las demandas de la defensa, así como la
prioridad en la obtención de los financiamientos para la industria nacional,
haciendo efectivo el propósito de no importar lo que podamos producir
eficientemente en el país.
El principio ha sido
introducir modificaciones para lograr mayor flexibilidad, objetividad e
innovación en la respuesta a los problemas y la búsqueda de soluciones.
Compañeras y
compañeros:
El desafío del
período que evaluamos hoy ha sido superior a cualquier otro momento, por cuanto
nos planteamos, en el mismo año de la pandemia y la intensificación del
bloqueo, comenzar la aplicación del ordenamiento monetario y cumplir con un muy
intenso cronograma legislativo que le otorgue fuerza práctica a nuestra
Constitución.
La Tarea
Ordenamiento es, sin duda, el más complejo proceso económico de los últimos
años. Pero posponerlo sería aún más costoso en el tiempo.
Seguimos con interés
y respeto las preocupaciones de la población, cuyo bienestar nos empeñamos en
construir. En función de responder a ellas, ministros y especialistas explican
y explicarán más de una vez y de forma detallada las cuestiones que puedan
generar dudas, que son casi todas por la novedad del proceso.
Existen inquietudes
con relación a los salarios y también en cuanto a las tarifas eléctricas.
Podríamos dar una única respuesta limitándonos a explicar el mantenimiento de
grandes subsidios a los sectores que menos consumen; pero en el ordenamiento
monetario ninguna medida puede verse fuera del contexto económico nacional y
mundial, donde los precios y el acceso a los combustibles obligan a los países
de menor desarrollo a ajustar sus consumos.
Lo que sí podemos afirmar
categóricamente es que no se trata de una política de terapia de choque, ni de
“corralitos” financieros, como algunos insisten en proyectar. Se revisará lo
que haya que revisar y se corregirá lo que deba y pueda ser corregido
(Aplausos).
La Revolución
insiste en su firme propósito de que nadie quedará desamparado.
Es cierto que
tuvimos que acudir a medidas como las tiendas en moneda libremente convertible,
tan cuestionadas, pero imprescindibles para incentivar remesas, canalizarlas y
resolver una contradicción señalada de manera persistente y crítica por
economistas y otros expertos, o sea, la fuga al exterior de divisas que estaba
drenando los escasos ingresos del país por vía de los compradores privados.
La solución fue
atraer esos recursos al mercado interno y con los ingresos en moneda libremente
convertible financiar los gastos en alimentos y combustibles del país, en
momentos en que ni siquiera contábamos con arribo de turistas y la pandemia
pesaba enormemente sobre los magros capitales disponibles.
Ya lo ha explicado
más de una vez el viceprimer ministro Alejandro Gil Fernández: la vitalidad del
servicio electroenergético nacional y los mínimos de la canasta básica normada
de los que nadie quiere prescindir, no podrían garantizarse sin las divisas que
aún tardarán en recuperarse por cuenta de las producciones y exportaciones
nacionales.
Diputadas,
diputados:
Seguramente muchos
de ustedes han comprobado las crecientes manipulaciones y presiones a través de
las cuales acusan a Cuba de retraso y parálisis en el cronograma legislativo.
Tratan de tomarle la delantera a la dirección de la Revolución, borrar más de 60
años de batalla por los derechos de la mujer y contra todo tipo de
discriminación y abuso, contra la violencia y la exclusión de los sectores
sociales que hasta 1959 no contaban para la política nacional.
En esta Sesión, en
cumplimiento de las disposiciones transitorias de la Constitución, se han
aprobado dos importantes leyes, que vienen a cumplimentar las normas requeridas
para la organización y funcionamiento de los órganos locales del Poder Popular.
Hemos apreciado que
ambas disposiciones normativas han sido objeto de una ardua labor de los
encargados de su elaboración, sobre todo, a partir del alto número de opiniones
como resultado de los procesos de consulta realizados, tanto en el Gobierno
como entre los dirigentes de las provincias y municipios, los diputados y la
academia.
Como está precisado
en ambos cuerpos legales, sus contenidos serán objeto de evaluación por la
Asamblea Nacional, transcurrido un año de su entrada en vigor. La experiencia
en su aplicación nos permitirá realizar los ajustes que correspondan, dado lo
novedoso que resulta parte de las instituciones establecidas en ellos.
Con estas leyes se
han aprobado un total de seis este año, en cumplimiento del Cronograma
Legislativo, que ahora hemos tenido que readecuar, y son expresión del esfuerzo
realizado para darle cumplimiento en las circunstancias complejas que impuso la
COVID-19.
La actividad
legislativa y, en particular, los grupos de trabajo encargados de elaborar los
anteproyectos no se han interrumpido. En algunos casos, producto de la
complejidad de las normas, se han tenido que ampliar las consultas y corregir
varios de sus contenidos.
La creación
normativa, como ustedes conocen, no se circunscribe solo a las leyes. Como aquí
se expresó, el Consejo de Estado este año aprobó 25 decretos-leyes, 11 de ellos
en cumplimiento del Cronograma trazado, lo que demuestra también el esfuerzo
realizado en esta actividad.
El reajuste ahora
aprobado evidencia una mayor objetividad, fruto de las experiencias adquiridas
desde su aprobación por esta Asamblea.
En el caso
particular del Código de las Familias, nos mantenemos en el empeño de avanzar
en todo lo necesario, a pesar de las circunstancias actuales. Esta norma, como
sabemos, tiene una amplia incidencia en la sociedad y requiere de la mayor
preparación, educación y consenso social.
El grupo de trabajo,
coordinado por el Ministerio de Justicia e integrado por especialistas en
Derecho de Familia, sicólogos e investigadores de diversas instituciones, ha
realizado una ardua labor en la definición de las políticas fundamentales.
Del mismo modo, nos
hemos visto obligados a transferir en el tiempo otras disposiciones normativas,
incluidas algunas de las previstas en las disposiciones transitorias de la
Constitución y otras que regulan temas de interés para la población.
Queremos ratificar
la invariable voluntad de perseverar en el propósito de poder contar con las
normas jurídicas necesarias para implementar el nuevo texto constitucional y
evitar a futuro cualquier vacío legal.
Bajo las excepcionales
circunstancias que nos impuso la pandemia, se ha trabajado intensamente en
adelantar la discusión y aprobación de leyes orientadas a profundizar la
justicia social y fortalecer el Estado de Derecho. Y exigiremos más dinamismo en función de
cumplir con el mandato de hacer efectiva la Constitución.
Con la insistencia
permanente del General de Ejército Raúl Castro Ruz al frente de estos procesos,
nuestro Partido y Gobierno han otorgado la mayor prioridad al cumplimiento de
un programa tenso, complejo, en el que se trabajará hasta que se agoten las
consultas y se consideren los puntos de vista, los juicios y apreciaciones,
muchas veces contradictorios, de la mayoría de la población. No es algo que
podamos resolver a la ligera, porque estaríamos yendo contra el espíritu de
nuestra Carta Magna.
Legislar es un acto
muy serio, determinante en el destino de todos los ciudadanos. A nosotros
corresponde hacerlo en el menor tiempo posible, pero siempre, en primer lugar,
bajo la premisa de que somos una asamblea libre de las presiones de lobistas.
Somos la Asamblea del pueblo de Cuba y a sus demandas y a sus tiempos nos
debemos. A nadie más (Aplausos).
Compañeras,
compañeros:
Pasando a temas de
la agenda internacional, hay que destacar también el impacto singular e
inesperado de la pandemia, que agravó las contradicciones ya existentes en el
mundo y las tensiones de una economía global que tendía a la desaceleración de
los volúmenes productivos y los flujos comerciales.
Como en coyunturas
históricas similares, el peso mayor de la crisis ha caído sobre los más
desaventajados y los desposeídos que, en la mayoría de los países, han sufrido
el agravamiento de sus dificultades, mientras la pobreza en general crece junto
a la desigualdad y la polarización social.
Increíblemente, las
fortunas más grandes del planeta, las que disfrutan unos pocos, han alcanzado
con la pandemia ganancias inéditas. Y, de cara a las mayorías, el panorama no
es más prometedor para el año que está por comenzar.
El impacto general
de los desajustes ya experimentados continuará empeorando, con grandes
interrogantes sobre cuándo y cómo se recuperará la producción manufacturera
general y la prestación de servicios en los grandes centros económicos y en los
países en desarrollo; con incertidumbre sobre los flujos comerciales, el empleo
y la estabilidad financiera.
La política exterior
marcadamente agresiva y unilateral de los Estados Unidos en años recientes ha
agravado las amenazas a la paz, a la seguridad y a los mecanismos
multilaterales, regionales e internacionales que, durante décadas, y aún con
limitaciones, han sostenido al sistema de relaciones internacionales, a la
cooperación y al Derecho Internacional como marco de referencia para la
interacción entre las naciones.
Para Cuba y para la
mayoría de los países se redujeron las posibilidades de intercambio directo.
Las reuniones internacionales tuvieron que acudir a deliberaciones virtuales,
con el uso de las tecnologías de la comunicación, lo que introduce un modo
novedoso de practicar la diplomacia bilateral y multilateral, pero limita el
efecto insustituible de la interacción personal en el fomento del conocimiento
mutuo, la construcción de confianza y la posibilidad de deliberar a profundidad
sobre temas sensibles.
En ese desafiante
contexto y sin dejar de atender ninguna de las prioridades, el país siguió
fortaleciendo y desarrollando sus relaciones con la comunidad internacional,
sobre la base de los principios de la Carta de las Naciones Unidas, luchando
siempre a favor de la paz y de la protección del medioambiente; promoviendo los
postulados del Movimiento de Países No Alineados, y persistentemente
comprometido con la unidad e integración de los pueblos de América Latina y el
Caribe.
Demostramos la
capacidad de sostener y llevar a nuevos ámbitos la cooperación solidaria, piedra
angular y singularmente característica de nuestra política exterior.
Tarde o temprano se
escribirá la historia de esta nefasta pandemia y su impacto a nivel global. Si
se narra con honestidad, será imposible soslayar el papel de Cuba y de los
miles de cubanos que acudieron voluntariamente a otras tierras a enfrentar el
peligro y a honrar el código hipocrático que acompaña en la conciencia y en el
corazón a nuestros abnegados trabajadores de la Salud.
Por otro lado, hemos
adoptado medidas dirigidas a proteger y apoyar a los ciudadanos cubanos que se
encuentran en el exterior. Con ese propósito y ante la necesidad de respetar
rigurosos protocolos de protección y distanciamiento físico, promovimos la
realización de trámites consulares a distancia. A pesar de la necesaria
cancelación de los vuelos regulares durante aproximadamente siete meses, se
apoyó la realización de 94 vuelos chárter que permitieron el regreso a Cuba de
más de 5 000 compatriotas desde 56 países, al tiempo que se adoptaron medidas
excepcionales como la prórroga automática de estancia en el exterior.
La voluntad de
continuar fortaleciendo los vínculos entre Cuba y sus nacionales en el
extranjero es irrevocable.
Hace pocos días, el
8 de diciembre, celebramos la Séptima Cumbre Caricom-Cuba, que confirmó la
consolidación de las estrechas relaciones con los hermanos caribeños, basadas
en el apoyo mutuo, la cooperación y la solidaridad ante los retos que debemos
enfrentar en el sistema internacional, injusto y desigual.
En estos tiempos,
cuando se hace más necesaria la cooperación, compartimos con orgullo la
disposición y la entrega de nuestros médicos y profesionales de la Salud que
prestan servicios en todas las naciones de la Comunidad del Caribe y por
primera vez también en cinco territorios no independientes.
Agradecimos la
solidaridad y el respeto del Caribe hacia Cuba y defendimos con valentía la
amistad mutua.
Unos días después
celebramos la XVIII Cumbre del ALBA-TCP, en la que ratificamos nuestro rechazo
a la conducta injerencista del imperialismo en el hemisferio y a los intentos
de reimponer la Doctrina Monroe, a la vez que reafirmamos el respaldo a la
Revolución Bolivariana y Chavista, al Gobierno de la hermana Nicaragua y
celebramos el regreso del Estado Plurinacional de Bolivia a esa organización.
Casi llega a su fin
el cuarto y último año del actual gobierno de Estados Unidos, el número 12
desde que triunfó la Revolución. Comprometido con los sectores más rabiosamente
anticubanos de ese país, ha desatado contra Cuba en este período una guerra
sórdida, con la absurda pretensión de ponernos de rodillas, de romper la
resistencia de la Revolución y obligarnos a realizar concesiones, tanto en
política exterior como en nuestra realidad interna. Su fracaso es rotundo y
notorio.
Las consecuencias
sobre la economía y su impacto en la vida y el bienestar de millones de cubanos
sí ha sido, sin embargo, de gran envergadura. La guerra económica se ha
dirigido con perfidia sobre las principales fuentes de ingresos y contra el
suministro de combustible, con medidas de naturaleza no convencional, impropias
de tiempos de paz. Se declaró abiertamente la ambición de asfixiar el desempeño
económico del país y hubo quienes públicamente se pusieron a contar los días.
Al efecto ya
abrumador del bloqueo se agregaron medidas que lo escalan a un nivel
cualitativamente superior.
El uso del Título
III de la ley Helms-Burton para castigar o amenazar a quienes legítimamente
comercian con Cuba o invierten aquí, el ataque a las remesas, la elaboración de
listas caprichosas para aplicar restricciones adicionales al sistema
empresarial cubano, las limitaciones añadidas a las estrechas posibilidades de
viajes, la criminal persecución de los suministros de combustible, el acoso a
las transacciones financieras en cualquier rincón del mundo y la campaña de
presiones contra terceros países para que rehúsen solicitar nuestra cooperación
médica, aun cuando la necesiten, son acciones que llevan la marca Trump y el
sello de la cohorte de extremistas que inescrupulosamente hoy gobiernan ese
país.
En los medios de
información nacionales y en los foros multilaterales hemos argumentado con
amplios detalles el costo para la isla de esa guerra que, en el marco de la
pandemia, Estados Unidos reforzó con cruel y despiadada voluntad.
Como ya hemos dicho,
es algo que los cubanos no podremos olvidar. La verdad no puede ocultarse: el
bloqueo económico es moral y legalmente insostenible. Eso lo saben numerosos
políticos de los Estados Unidos con los que hemos compartido durante años y nos
sorprendería que alguien aún pudiera argumentar lo contrario.
Ningún gobernante
podría justificar desde el punto de vista ético que resulta legítimo hacer uso
del poder económico y tecnológico abrumador de una superpotencia como Estados
Unidos para someter durante 60 años a la asfixia económica a una nación
relativamente pequeña y de escasas riquezas naturales.
Se argumenta que
existen discrepancias políticas entre nuestros dos gobiernos y claro que las
hay. Tenemos sobradas diferencias y reservas con lo que acontece en los Estados
Unidos. Pero eso no le otorga a ese país el derecho a intentar imponer por la
fuerza su voluntad en esta tierra y sobre este pueblo. Hemos demostrado una
singular capacidad de resistencia y mantenemos la firme determinación de
rechazar tal empeño.
Insistimos en la
convicción de que es posible construir una relación respetuosa y perdurable
entre ambas naciones y, como ya se ha dicho con suficiente claridad, estamos
dispuestos a discutir sobre cualquier tema. Lo que no estamos dispuestos a
negociar y en lo que no cederemos ni un ápice es con la Revolución, el
socialismo y nuestra soberanía. ¡Los principios no estarán nunca sobre la mesa!
(Aplausos.)
Compatriotas:
Seguramente no
olvidaremos que este escenario tan complejo que hoy hemos descrito coincidió en
el tiempo con el período de elecciones de nuestro vecino del Norte. Y Cuba
volvió a convertirse en asunto de la agenda electoral doméstica. Llovieron
amenazas y llovió dinero para propiciar lo que muchos creían el golpe final a
Cuba, Nicaragua y Venezuela en un presumible segundo período del todavía
Presidente. O una situación de inestabilidad y tensiones que impidiera
cualquier posible retorno del diálogo en caso de una victoria demócrata.
Se nos echaron
encima con todo, provocaciones desde actitudes mercenarias conectadas con
huelgas falsas de supuestos artistas que buscaban atraer a la opinión pública y
a la intelectualidad para imponer diálogos camuflados en preocupaciones
auténticas del sector. Pero eran más los reclamos extraartísticos con el
evidente propósito de servir de estrado a proyectos de confrontación
previamente articulados, con el objetivo de crear una oposición política sin
base social.
Y como telón de
fondo, acciones terroristas, falsas noticias y amenazas violentas por las
redes. Eso es, en pocas palabras, el resumen del golpe no tan blando que se
preparó para Cuba como aguinaldo final de un año difícil. Es algo que nuestros
medios han explicado, valiente y detalladamente, razón por la cual se les trata
infructuosamente de denigrar en algunas plataformas financiadas desde el
exterior.
Hemos visto
proyectarse en tiempo real los antiguos y nuevos planes de los servicios
especiales norteamericanos contra la Revolución, el producto de los cursos de
formación de liderazgo de la NED y la USAID, la atención que hipócritamente
dicen prestar a los problemas que afectan e irritan a la población, la mayoría
provocados por el cruel bloqueo del mismo gobierno que los exacerba con el fin de
generar descontento, pero también por vacíos y errores de nuestras
instituciones en su imprescindible vínculo con quienes desarrollan actividades
afines.
Es una guerra
despiadada, que desconoce la ética y los principios y que, bajo el paraguas de
premios y otras dádivas, a través de supuestas ONG y agencias dependientes de
gobiernos extranjeros, financian grupos y acciones dirigidas a denigrar y
debilitar al Estado.
Los “líderes de
laboratorio” aparentan tomar distancia de los violentos, se disfrazarán de
pacíficos negociadores políticos y tratarán de imponer sus agendas, apostando
al estallido social si sus demandas no son cumplidas. Bajo ese fuego, que pretende distraernos de
las tareas esenciales, nos toca seguir peleando por un mejor país, sin cansarnos.
No es la primera vez
en la historia que los enemigos de la Revolución Cubana intentan golpearla
oportunistamente, en un momento difícil para la economía y la sociedad. No es
la primera vez que los lobos se disfrazan de ovejas y que tratan de tomar una
cabeza de playa. No es la primera vez que mienten y presentan al mundo un país
distinto al de su realidad.
La narrativa es casi
novelesca y no faltan medios de gran alcance para amplificarla en español y en
inglés. Inflan tanto los hechos que, en un momento de tantos desafíos y
urgencias, corremos el riesgo de desviar la atención de los asuntos en los que
le va la vida a la nación para movernos al compás de los que quieren
destruirla.
Este no es un
Gobierno desconectado del pueblo enclaustrado en oficinas. Recorremos
sistemáticamente las provincias, visitamos universidades, centros de
investigación, fábricas, escuelas, hospitales, polos agrícolas. Allí hemos dialogado con los que piensan y
trabajan como país, con los que hacen posible que en medio de los ataques y las
más duras dificultades Cuba Viva.
No olvidar que por
cada uno de los que se unen en las redes, convocados por el odio, el
revanchismo y el deseo de dañar a un gobierno, aunque eso signifique dañar a
todo el pueblo, hay muchos más unidos en la pasión de salvarlo, sacarlo
adelante y aproximarlo cada vez un poco más a la prosperidad anhelada.
Para el desempeño de
muchas estructuras, instituciones y espacios estatales cubanos, este ha sido un
año de crisis por la COVID-19. De crisis sanitaria, económica y productiva,
pero también ha sido el momento de aprender a utilizar mejor las herramientas
que nos brinda la tecnología y de darle un impulso, que todavía resulta
inaceptablemente lento, al gobierno electrónico, necesariamente conectado con las
inquietudes y cuestionamientos de la ciudadanía.
Urge también que
promovamos cambios más profundos a nivel estructural para desatar las fuerzas
productivas, arrinconar a la burocracia y cerrarle los caminos a la corrupción.
Nos toca a todos propiciar las transformaciones con agilidad y lucidez. Es un
reto en el que participan en este momento equipos multidisciplinarios, para que
cada acción esté avalada por criterios científicos de dirección y sucedan con
la menor cuota de trauma posible.
Hemos orientado y
exigimos que los organismos y las instituciones tengan como prioridades en sus
agendas el vínculo real y constante con sus bases y con la población en
general.
La vida nos ha
probado muchas veces que las decisiones improcedentes, y los errores derivados
de ellas pueden ser corregidos oportunamente si se mantiene el oído pegado a la
tierra, que en esta época puede significar la atención pegada al latido del
pueblo, sea de manera virtual o presencial.
Lo he dicho y lo
reitero: esa es la sinergia imprescindible para el desarrollo en una sociedad
participativa como la nuestra. Es la manifestación contemporánea de la
efectividad del auténtico Poder Popular.
Compañeras y
compañeros:
Aunque nos hemos
extendido hoy más que otras veces, hay una reflexión que no puedo dejar de
compartir con ustedes y con todo nuestro pueblo.
Al margen de las
manipulaciones a través de las redes, del uso de medios y fórmulas que resultan
efectivas para públicos sensibles y cultos, nos preguntamos: ¿Por qué han
atacado nuestra cultura?
No es difícil
descifrar el misterio. En Cuba, Cultura y Revolución son equivalencias desde el
origen mismo de la nacionalidad. Baste recordar aquel 20 de octubre en que Perucho
Figueredo escribió la letra del Himno de Bayamo a la grupa del caballo sobre el
que se lanzó al combate junto a Céspedes.
Apuntar a la
Cultura, a la fractura de la Cultura cubana, es apuntar al corazón de la
Revolución cubana, a la identidad nacional.
¿Quiénes si no
nuestros grandes intelectuales y artistas, son los creadores del ideario de la
rebeldía y el antimperialismo? Son ellas y ellos los que siempre marcaron, con
sus ideas y sus obras, los límites de cualquier diálogo en la nación que surgió
con una identidad muy bien definida, batiéndose contra un imperio por su
independencia y contra otro por la soberanía.
De su genio emergió
la nación que definió su destino en la lealtad superior al testamento político
de José Martí: antimperialista por donde se lea. Un pueblo que desafió a los
poderes imperiales y es castigado cruelmente con el bloqueo más largo de la
historia por su decisión de conquistar toda la justicia, como aspiración
genuina, y construir el socialismo, con los fusiles en alto y Fidel y Raúl en
la vanguardia, a solo 90 millas.
El contexto es más
complejo y más agresivo que nunca y no podemos ser ingenuos. Hay un enjambre
anexionista queriendo que nuestro proyecto de país se venga abajo, tratando de
sacar partido a nuestras escaseces y de paralizar las transformaciones en
curso. La industria de la contrarrevolución mueve mucho dinero y exige acciones
a los que les paga. Por eso los vándalos exhiben su violencia y los terroristas
no tienen pudor en declarar sus operaciones.
El escenario del
golpe suave sigue activo y la guerra no convencional busca los espacios más
diversos para desatarse. Nuevas provocaciones están en curso y nuevamente las
derrotaremos.
Con unidad, con
coherencia, con disposición, sin miedo, con el pueblo, sin esperar orientaciones,
sin demoras, con firmeza, con pulso firme, con inteligencia, con decencia, con
lucidez y con apego a nuestra Constitución y a los principios que defendemos,
podemos vencer siempre y cada vez de manera más contundente (Aplausos).
Nos corresponde
también evaluar las fallas, los vacíos, el acomodamiento, la insensibilidad, el
formalismo, la burocracia y el inmovilismo enquistado en algunas instituciones.
Repasemos una y otra
vez el concepto de Revolución que nos legó Fidel, así como su advertencia de
que solo nuestros errores podrían llevar a la autodestrucción de la Revolución.
Fortalecer la labor
del Gobierno y las instituciones en interacción directa con la ciudadanía es
una responsabilidad que se profundizó con la nueva Constitución.
Es vital para la
nación mantener vivo y en desarrollo ascendente el diálogo con los jóvenes en
todas las instituciones y a todos los niveles. Tenemos el deber y la
responsabilidad de atraerlos, estimulando su realización personal y
profesional, su participación en tareas de importancia y también con respeto y
atención a sus propuestas.
Hay que desterrar
definitivamente la formalidad en las respuestas a la población, ir al fondo de
los asuntos y siempre que sea posible, cara a cara. No se trata solo de
escuchar y registrar cada queja o planteamiento. Se trata de responder eficazmente y sin
dilación, siempre que sea posible, con una solución.
Esa obligación nos
debe llevar constantemente a las bases, a escuchar, a atender, a garantizar la
participación ciudadana, sin la cual la democracia socialista carece de
sentido. El objetivo es facilitar el cumplimiento de las funciones sustantivas
de cada entidad.
Tratar fría y
formalmente problemáticas sociales es traicionar la esencia de la participación
popular que demandamos. Debe quedar claro que los problemas los tienen que
enfrentar y solucionar las instituciones a las que corresponda por su ámbito de
acción.
Compatriotas:
Por su impacto en la
vida de todos, es prioridad nacional potenciar la economía y lo que tribute a
acelerar el desarrollo del país.
Ya no podemos
posponer más lo que mandató el pueblo en los últimos congresos del Partido. Es
preciso implementar sin demora todo lo pendiente, estremecer al sistema
empresarial, asegurar el ordenamiento, enfrentar de manera inteligente la
subida de precios.
Convocamos también
al necesario sector privado y cooperativo. Es preciso desterrar los egoísmos y
la búsqueda exclusiva del beneficio personal que mueve a algunos a pescar en el
río revuelto de las necesidades de la mayoría, subiendo abusivamente los
precios.
Este pueblo, noble y
trabajador, ha sobrevivido a todos los cercos y abusos imperiales con una
extraordinaria dosis de solidaridad y de generosidad que ya forma parte
inseparable del ser nacional. El egoísmo es una actitud que no prosperará en
nuestra Patria.
Cuba es de todos,
han reclamado algunos en estos días, pero no sería justo acreditarse su
posesión sin atender a sus necesidades. No insistamos en que nos pertenece.
Entendamos lo que significa pertenecerle a ella. “La patria es ara, no
pedestal”, dijo José Martí, marcando las profundas diferencias entre quienes
están dispuestos al sacrificio por servirla y los que quisieran servirse de
ella o entregarla a otro.
Las organizaciones
políticas y de masas están llamadas a ser más proactivas e incluyentes. No
descuidar nunca el importante componente social en su trabajo
político-ideológico y trabajar con todos, no solo con los convencidos, también
con los apáticos, en cuya indiferencia tenemos una cuota de responsabilidad los
que no hemos sido capaces de sumarlos.
Abordar sin
cortapisas el debate y la atención a temas sociales como la marginalidad, la
deshonestidad, la vulgaridad, las adicciones, la disfuncionalidad familiar, la
deserción escolar, la situación de los más vulnerables, el femicidio, las
discriminaciones de cualquier índole y otros problemas que un día nos saltan a
la cara a través de las plataformas digitales, pero no mediante los entes que
deberían estar con las uñas hurgando en el terreno.
Las organizaciones
están permanentemente convocadas a actuar en las calles. No solo para organizar
actos o proclamar nuestras consignas. ¡Están
convocadas a trabajar!, a visitar escuelas, barrios, a interactuar, para
conocer problemáticas y realidades de nuestra gente.
No podemos permitir
que tres o cuatro provocadores nos conviertan una zona comunitaria en vertedero
mediático de quienes la presentan como territorio de gente que odia a la
Revolución.
Cubanas y cubanos:
Después de un año
tan desafiante y duro, nuestro pueblo merece celebrar sus avances y su
resistencia en el mejor de los ambientes posibles.
Trabajemos social e
integralmente en proyectos con las familias en sus barrios, colmándolos de
respeto, identidad y autoestima, para que todos sus vecinos sientan orgullo por
ese pedazo de patria, de su país, su Gobierno y su Revolución.
Hemos mostrado
capacidad para enfrentar todos los retos y desafíos. Funcionamos organizadamente y aquí estamos.
Una vez más hemos derrotado y desarticulado las más perversas intenciones del
imperio para destruir la Revolución.
El pueblo se ha
crecido en este 2020, tan duro, que puso a prueba nuestra resistencia, nuestra
solidaridad, nuestra unidad, pero nos dio mayores aprendizajes. Y nos dio la
victoria.
Con esos
aprendizajes, el 2021 se nos presenta en el horizonte intenso, retador, como un
escalón para la superación de nuestros propios límites, en el camino del
perfeccionamiento y de la continuidad.
Debemos consagrarnos
a convertir en hechos la convicción compartida de que la obra de justicia
social que hemos emprendido tendrá su mejor respaldo en el crecimiento
productivo y eficiente a partir de nuestras propias realizaciones.
En estos días de
final de año, de reunión imprescindible para seguir juntos “empujando el país”,
como escribió el poeta, sentimos en lo más profundo la ausencia de voces entrañables
que durante muchos años les incorporaron a los análisis y debates del
Parlamento la belleza y la fuerza de las ideas que tejen la nacionalidad
cubana, el sentimiento de patria, la comunidad de intereses y sueños.
Se recuerda en
primer lugar a Fidel, capaz de levantar con su voz y sus ideas el imbatible
pensamiento de la nación frente a los adversarios. Su silla sigue aquí,
inmortalizando el insuperable legado de lecciones políticas que nos dejó como
tarea permanente.
Y, más
recientemente, se extraña a uno de sus más cercanos discípulos y colaboradores
en la misión de hablar al pueblo: el tribuno del lado de la sala: Don Eusebio
de La Habana, quien siempre nos trajo hasta aquí el caudal infinito de la
intelectualidad cubana, de la que se nutría su inolvidable oratoria.
Ellos nos recuerdan
que todo pensamiento es una semilla. Pensar como país es sembrar y fertilizar
el futuro.
Los convocamos a
seguir pensando y actuando como país para afianzar la certeza de triunfo y
creatividad de esa Cuba Viva que se ha convertido en la premisa de los días
actuales.
Siguen existiendo
razones para celebrar, más razones mientras más duras han sido las pruebas que
hemos vencido. ¡Felicidades cubanas y cubanos!
¡Somos Cuba Viva!
Somos el país que se ha empeñado en resistir y vencer los cercos y los ataques
más crueles y perversos. Y aquí seguimos: Viviendo, resistiendo, creando y
venciendo.
¡Adelante 2021! Cuba
te espera, Viva y fortalecida en los combates del año que termina. Los hijos de
la Generación del Centenario, junto a nuestro pueblo, tienen el deber, el
compromiso y el honor de dar continuidad a la historia que nos trajo hasta
aquí. Y nuestra consigna sigue siendo:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación).
No hay comentarios:
Publicar un comentario