Por
Julio Escalona
La nada chavista
a la que me refiero está contenida en la expresión “comuna o nada”. A esa nada
la llamó Chávez “el alma del proceso”, “su vida misma”, (la de Chávez) y otro
autor, Miguel Mazzei (2015), la ve así: “La comuna es un espacio que hace
posible trascender simultáneamente la propiedad privada, el trabajo asalariado
y el Estado burgués.”
Las comunas que
he conocido, están tratando de seguir ese camino. Entre otras, “Palito Blanco”
en el Zulia; “Pío Tamayo”, en Lara; “el Mayzal”, entre Lara y Portuguesa. Estas
comunas no pueden ir sino rumbo al socialismo. O tienen que trascender la
propiedad privada, el trabajo asalariado y el Estado burgués o no pueden ser
comunas. El problema no es la denominación. Comuna y ser comunero es un
proyecto de vida, que no puede ser individual.
Puede ser una
familia. Que vive como tal y va siendo un colectivo con objetivos superiores
orientados a construir otra existencia. Que decide formar una comuna. La vida
comunal no disuelve la familia, es un proceso que requiere una valoración de vínculos
culturales y espirituales. Lo que obliga a observar todo desde la visión de
género.
Las prácticas
espirituales suelen asociarse a religiones y en ese sentido debe haber plena
libertad tanto para ser religioso como para no serlo. El amor altruista (dar
sin esperar nada a cambio), debe ser una condición entre los miembros de una
comuna. Debe diferenciarse del amor romántico. Saber dar y recibir amor
altruista y saberlo diferenciar del amor romántico es esencial.
El amor debe ser
una condición imprescindible del socialismo. Es la posibilidad de superar el
odio. “La única esperanza que tenemos para conservar el vivir humano y la naturaleza
es frenando al capitalismo”... “De allí la urgencia de desarrollar experiencias
que vayan mostrando aproximadamente el futuro sistema de producción que
transcienda al sistema capitalista”… “La producción comunal le proporciona
contenido a la Revolución Bolivariana, contribuyendo con la realización de la
utopía del Socialismo del siglo XXI. Un socialismo que pensamos como nuestro
americano” (Dafnis Domínguez, 2020). Somos muchos los que en nuestra patria y
fuera de ella, estamos comprometidos con este camino, que va revolucionando las
prácticas y los imaginarios populares, en particular, los chavistas. Ahí está
el futuro previsible.
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