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Capitalismo, geopolitica y pandemia

 

Capitalismo, geopolítica y pandemia 

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Con bombos y platillos se anunció hace unos meses que el fin de la pandemia significaría un “nuevo comienzo”, algo bastante indefinido que evidentemente para América Latina ya no se producirá en este 2021 toda vez que la mutación del virus ha producido novedosas variantes que tienen a Brasil como su epicentro más reconocido ante la alarma de la OMS que ha declarado la emergencia sanitaria para toda la región. 

Por otra parte, hasta el momento la vacunación en América Latina y el Caribe alcanza al 2,8% de su población, mientras que en el mundo llega a 3,5%. Esa cifra es muy baja si nos atenemos a que la población de la región es 8,1% del total del planeta. Esto da cuenta de cómo el proceso de inoculación se ha concentrado en muy pocos países.

Tal vez ningún hecho de la historia de los últimos 250 años como el manejo de la pandemia y en particular la producción y distribución de las vacunas para contrarrestar el virus, haya evidenciado con tanta transparencia el verdadero talante de la sociedad capitalista.

Para los que todavía no logran determinar la nimia importancia que la vida humana y la paz tiene para las empresas transnacionales y las potencias capitalistas, basta hacer una revisión de las condiciones que se imponen para el suministro de las vacunas.

Se ha sabido que la farmacéutica estadounidense Pfizer ha intimidado a los gobiernos latinoamericanos en las negociaciones para venderles la vacuna contra el Covid-19. Pfizer exigió a algunos países que pongan activos soberanos, tales como edificios de embajadas y hasta bases militares en calidad de garantía para reembolsar los costos de cualquier futuro litigio.

Estos requisitos impuestos en la “negociación” llevaron a que Argentina y Brasil rechazarán comprar la vacuna de esta empresa. No obstante, los acuerdos para obtenerla están cubiertos por cláusulas de confidencialidad que se han hecho públicas por el escándalo que significa que Pfizer obligara a una serie de indemnizaciones contra reclamaciones civiles, tanto por efectos adversos de la vacuna como por su propia negligencia.

Es así, que la empresa estadounidense exige que sean los gobiernos quienes paguen los costos potenciales de los juicios civiles que se puedan iniciar por negligencia, fraude o malicia. Esto incluye la garantía de las empresas que se cubren para el caso en que bajo su responsabilidad se interrumpa la cadena de frío, se entreguen las vacunas incorrectas o si las mismas se dañan. También, si se provoca la muerte, discapacidad o una enfermedad anexa al paciente. Es decir, son los gobiernos los que deben pagar por los errores de las empresas si los primeros entablan una reclamación formal ante la justicia.

Estas condiciones que ponen en primer lugar los intereses de las empresas y en un segundo plano la salud de los ciudadanos fueron aceptados por Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Panamá, Perú y Uruguay gobernados por la derecha neoliberal y lamentablemente también por México, sin que se conozcan con certeza los términos de los acuerdos.

De otra parte, y en una actitud francamente distinta, el Ministerio de Relaciones exteriores de China ha anunciado que su país seguirá promoviendo una distribución equitativa de las vacunas, poniendo en primer término la seguridad y eficacia de las mismas, por lo que ha instado a las empresas productoras del país a llevar adelante las investigaciones y desarrollo de las vacunas en estricta aprobación de los métodos científicos y los requisitos reguladores.

De la misma manera, China se ha comprometido a hacer de las vacunas contra el COVID-19, bienes públicos mundiales y ha proporcionado o está proporcionando ayuda en vacunas a 53 países, al mismo tiempo que farmacéuticas chinas han exportado o están exportando los medicamentos a otros 27 países, entre ellos 11 de América Latina sin ningún tipo de condicionante.

En esta situación, la colonialidad y el eurocentrismo han permeado los debates acerca de la “nueva normalidad”. Para América Latina y en general para los pueblos del sur, hablar de ello es rebobinar el discurso de la dominación y el control de las potencias. De esta manera, “nueva normalidad” dice relación con un discurso que se es propio del norte, a su seguridad y estabilidad en detrimento del sur que otra vez es visto como un estorbo para el logro de los objetivos trazados por Washington, Bruselas o Londres.

Dicho de otra manera, el concepto de “nueva normalidad” para unos, está asociado con el de “riesgo” para ellos, lo cual implica nuevos métodos de control y explotación para la mayoría del mundo. En esa medida, esta idea vincula la necesidad de sobrevivencia de Estados Unidos y Europa como potencias dominantes a cualquier costo, incluyendo el de la vida de millones de ciudadanos.

Este entorno ha conducido a un reposicionamiento de la globalización desde otra perspectiva toda vez que el virus se ha instalado en todas las latitudes y longitudes del planeta, mostrando la putrefacción en las entrañas del sistema, cuando sin importar la salud de la humanidad han concentrado en 10 países más del 90% de las vacunas hasta ahora producidas, incluso llegando a tener en algunos países como Canadá cantidades 5 veces superiores a la de las necesidades de su población.

La globalización de la pandemia hizo sentir por primera vez a los pueblos de los países del norte, la miseria de las políticas de sus gobiernos, percibiendo los miedos, las angustias y las amenazas cotidianas que viven los países del sur. Eso, sin llegar a los extremos que por ejemplo expresan las políticas del gobierno de Estados Unidos que prohíbe a los laboratorios -so riesgo de sanciones- venderle vacunas a Venezuela e impedir que los recursos robados y retenidos del país puedan ser utilizados para la obtención de la vacuna.

Hoy, ya es posible predecir que se producirán cambios trascendentes en términos geopolíticos, los que ya estando en curso a comienzos de 2020, fueron acelerados por la pandemia. El más importante de todos es el fortalecimiento de la potencialidad económica de China y su creciente capacidad de inserción en la problemática mundial.

Por otro lado, la pandemia ha hecho evidente la distancia entre la periferia y los centros de poder mundial, cuando estos, lejos de aprovechar el nefasto evento como lugar de encuentro humanitario en salvaguarda de la vida a través de la cooperación y el encuentro, han privilegiado los intereses de lucro que anuncian una mayor profundización de las diferencias en un mundo en el que el sistema capitalista ha mostrado su total incapacidad de conducir el proceso de enfrentamiento, lucha y derrota del virus.

En este contexto, el sistema multilateral ha puesto en evidencia notorias imperfecciones e insuficiencias, comenzando por el accionar de la propia Organización de Naciones Unidas (ONU) que se ha visto incapaz de manejar y conducir el proceso, ya sea por debilidad, subordinación o temor a la furia de las potencias y laboratorios que ven mermados sus negocios.

De la misma manera, los únicos bloques regionales y subregionales que han sido capaces de articular políticas conjuntas han sido los asiáticos, el resto se ha perdido en actitudes particulares de los gobiernos y en acuerdos secretos que ocultan complicidad, subordinación y defensa de los grandes laboratorios transnacionales. En particular, en este aspecto, América Latina ha sido señera – una vez más- en mostrar las debilidades de sistemas de salud marcados por prácticas neoliberales que exponen la cara visible de oligarquías que no escatiman en sacrificar vidas cuando se trata de defender sus mezquinos intereses de grupo o sector.

Lo cierto es que el manejo de la pandemia, las prioridades en la atención de los ciudadanos para la salvaguarda de su vida, la decisión sobre la utilización de recursos de todo tipo para enfrentar el virus y la producción y distribución de la vacuna puso sobre el tapete los fundamentos filosóficos sobre el cual los gobiernos se preocupan o no de garantizar el derecho a la salud y a la vida de todos los ciudadanos como mandata la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU.

 

https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2021/03/capitalismo-geopolitica-y-pandemia.html

Si del interés nacional de Estados Unidos se trata…

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

Nunca estuvo en mi intención dar continuidad inmediata al artículo de la semana anterior, sin embargo la inusitada cantidad de mensajes recibidos de parte de los lectores por una parte, y la constatación a través de un hecho relevante de la certeza del análisis por otra, me han obligado a hacerlo.

No se trata de fanfarronería ni auto elogio, más bien pienso que, sin saberlo me adelanté una semana al mejor contexto para documentar, la idea si nos atenemos a las declaraciones de la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki quien ha confirmado la hipótesis planteada a través de una declaración oficial del gobierno de Estados Unidos respecto del asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi en Estambul, crimen que según un informe hecho público por los servicios de inteligencia de Estados Unidos fue perpetrado por el heredero de la corona saudí y gobernante de facto de ese país Mohamed Bin Salman.

En una revelación insólita, durante una entrevista con CNN la vocera Psaki afirmó que: "Históricamente, […] no hubo sanciones impuestas contra los líderes de los gobiernos extranjeros donde tenemos relaciones diplomáticas e incluso donde no tenemos relaciones diplomáticas". 

http://sergioro07.blogspot.com/ 

Interés nacional vs. Ideología. ¿Qué mueve al mundo?

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein 

A lo largo de la historia de las relaciones internacionales, el interés nacional ha sido el principal mecanismo sobre el cual se construyen los fundamentos de la política exterior. Aquellos que han logrado darle razón de Estado a esos componentes –elevándose por encima de los vaivenes que suponen los cambios de la contingencia política generada por intereses de partidos o grupos- han podido perseverar en el logro de sus objetivos estratégicos.

Sin embargo, durante un pequeño período de la historia esto no ocurrió así. Fue durante la etapa que inició la revolución de octubre en 1917 en Rusia y que duró hasta la penúltima década del siglo pasado cuando el elemento ideológico se convirtió en el eje sobre el cual giraban las relaciones internacionales en el planeta. 

Sobre todo, después de la segunda guerra mundial, el mundo se organizó a partir de la dicotomía socialismo-capitalismo. Una vez fenecida la URSS tras su colapso y desaparición, el interés nacional volvió a tener el papel relevante que siempre tuvo hasta que los bolcheviques llegaron al poder. Hablo de interés nacional, por supuesto entendiendo que la nación es la posesión más preciada de las oligarquías, por lo cual en torno a ella se han agrupado los objetivos superlativos a lograr para el control de la sociedad, siendo más fuerte que cualquier beneficio, incluyendo el familiar, religioso, étnico u otro cualquiera. En el fondo, al referir el interés nacional, se está hablando del interés de la clase que ostenta la nación. Esa etapa es la que estamos atravesando ahora.

 

http://sergioro07.blogspot.com/

“Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”. Simón Bolívar 

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

La Unión Europea ha dejado de reconocer a Guaidó, lo mismo han hecho República Dominicana y Panamá. Ya sólo alrededor de 25 países sostienen la farsa. Están esperando que Estados Unidos dé la señal para que la luz se apague definitivamente en la madriguera de quienes violando la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el derecho internacional, inventaran un subterfugio para apropiarse de recursos y bienes que pertenecen a todos los venezolanos.

Esta trama urdida en Washington por mentes criminales de las que ya nadie se acuerda, tuvo efímera existencia real en Venezuela, mientras que en el exterior se mantuvo hasta hoy, gracias a las amenazas de Trump a países conducidos por gobiernos débiles y cobardes que se dejaron chantajear por el ex presidente de Estados Unidos y sus adláteres. 

Estos países, creyendo que la potencia militar de Estados Unidos y la capacidad de los medios trasnacionales de comunicación para fabricar noticias falsas bastaba para derrocar al gobierno de Venezuela, se embarcaron en una política que de la forma más impúdica y desvergonzada el ex canciller de España y actual Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad   Josep Borrel denominó “innovación del derecho internacional”, cuando en realidad se trababa de la violación de las más elementales normas jurídicas que regulan las relaciones entre los Estados.

Partían del supuesto de que el pueblo de Venezuela iba a ser incapaz de resistir el robo de sus recursos financieros y sus activos, las medidas económicas unilaterales de presión, los actos terroristas, las invasiones terrestres y marítimas desde Colombia, el sabotaje contra los servicios públicos, el bloqueo al comercio petrolero, la imposibilidad de realizar operaciones financieras en el exterior, el secuestro y asesinato de nacionales y muchas otras operaciones de desestabilización, algunas abiertas y otras reservadas que aún no se pueden dar a conocer para proteger las fuentes. Se equivocaron rotundamente.

Bolívar en su ejecutoria nos enseñó el camino de la perseverancia, la voluntad y la confianza en el pueblo. Él supero la pérdida de la primera y segunda república, el terremoto de 1812, la derrota, el exilio, el desamparo, la ausencia de ayudas del exterior, la traición, los intentos de asesinato e incluso la incapacidad de muchos jefes de entender su pensamiento estratégico. No por casualidad se autodenominó en carta a Santander de 1825, como el “hombre de las dificultades”. Al final venció al más poderoso ejército que España envió a América, liberando y creando cinco naciones.

De la misma manera, el Comandante Hugo Chávez sembró para siempre en el pueblo venezolano el valor de la lealtad y la firmeza, la capacidad de vencer los contratiempos, fue derrotado el 4 de febrero, fue a la cárcel por ello, pero regresó para construir una impresionante fuerza electoral que le permitió dar continuidad al ideal del Libertador y reiniciar el proceso de transformación de Venezuela.

Somos hijos de Bolívar y de Chávez, no conocen de nuestro temple y amor a la patria. Hace 200 años, pueblo y ejército unidos propinaron en Carabobo una contundente y definitiva derrota al colonialismo español. No va a ser un fantoche teledirigido desde Washington y 56 países sumisos los que puedan torcer el destino de nuestro país.

No somos belicistas, nuestro ejército ha salido del territorio nacional sólo una vez a lo largo de toda la historia republicana. Fue a partir de 1819 para -bajo el mando de Bolívar y Sucre- dar independencia y libertad a otras naciones hermanas. Pero sí somos guerreros cuando de la defensa de nuestro territorio y nuestra soberanía se trata. Mientras tanto, hemos construido el país y nos hemos relacionado con los demás enarbolando principios de paz que Chávez transformó en doctrina de Estado

El pueblo venezolano no olvidará esta afrenta de países que aún hoy tibiamente retoman el camino del derecho al ser incapaces de resolver el entuerto ilegal en el que se metieron y hacer ante el ridículo internacional tras haber conducido a sus propios pueblos a la afrenta y la ignominia, siguiendo los designios perversos emanados de la mente afiebrada de Trump, al que ahora desprecian públicamente, cuando durante cuatro años la acataron con lambisconería indecente y lealtad perruna

Venezuela continuará su ruta, sabemos perfectamente que una cosa son los gobiernos y otra los pueblos, de quienes recibimos muestras extraordinarias de solidaridad y afecto, sobre cuando comenzaron a verificar que eran objeto de soez engaño y brutal quimera.

Leales a nuestra diplomacia bolivariana de paz que se ciñe a los preceptos que nos legara el Libertador, continuaremos la ruta trazada con la paciencia infinita que da la convicción de transitar el camino correcto y la impaciencia desesperante por no ser capaces de hacerlo mejor y más rápido. 

Deben saber estos 57 países, los que se han arrepentido y los que aún continúan atados al mandato de Washington, que nuestra confianza en el futuro se sustenta en el legado de la diplomacia que nos dejara el Libertador: altura de miras y firmeza de principios sin caer en las bajas pasiones que la grosería, la ofensa y el irrespeto al pueblo venezolano suponen el poder militar y económico de quienes se asumen como nuestros enemigos.

En carta del 7 de octubre de 1818 dirigida al diplomático estadounidense Juan Bautista Irvine, el Libertador lo refuta con solidez patriótica y republicana y le hace saber nuestra decisión de luchar hasta morir o vencer. Dijo el Libertador:  

“Quisiera terminar esta nota desentendiéndome del penúltimo párrafo de la de V. S. porque siendo en extremo chocante e injurioso al Gobierno de Venezuela, sería preciso para contestarlo usar del mismo lenguaje de V. S. tan contrario a la modestia y decoro con que por mi parte he conducido la cuestión. El pertinaz empeño y acaloramiento de V. S. en sostener lo que no es defensible [sic] sino atacando nuestros derechos, me hace extender la vista más allá del objeto a que la ceñía nuestra conferencia. Parece que el intento de V. S. es forzarme a que reciproque los insultos: no lo haré; pero sí protesto a V. S. que no permitiré que se ultraje ni desprecie al Gobierno y los derechos de Venezuela. Defendiéndolos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra populación y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende”. 

 

https://nuestrarepublica.org/columna/lo-mismo-es-para-venezuela-combatir-contra-espana-que-contra-el-mundo-entero-si-todo-el

Abrams, despide a tu presidente porque no pudiste despedir al mío

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein

En una comparecencia en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos el pasado 4 de agosto, el representante de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela, Elliott Abrams, dijo que su país estaba «trabajando duro» para que Nicolás Maduro abandone la presidencia del país sudamericano antes de que culmine el año.

Abrams, cuya trayectoria permite caracterizarlo que puede ser caracterizado como lo que en Estados Unidos se llama “looser”, es decir un perdedor, una vez más fracasó en Venezuela. Hoy 20 de enero, Nicolás Maduro continúa en Miraflores mientras que, quien se va, es Donald Trump, jefe de Abrams.

En la audiencia antes mencionada denominada: “Venezuela en las garras de Maduro: evaluando el deterioro de la seguridad y la crisis humanitaria”, Abrams afirmó que esperaba que Maduro “no sobreviva a [este] año” agregado que “estaban trabajando duro para que eso suceda». Pues parece que o no trabajó muy duro y se conformó con creer las fantasías que le dibujaba la trasnochada oposición venezolana o, a pesar de trabajar muy duro, el pueblo venezolano, su gobierno y sus fuerzas armadas le ganaron la partida.

En la misma comparecencia, este delincuente condenado por el escándalo “Irán–Contras” mientras servía al gobierno de Ronald Reagan, señaló que la caída de Maduro dependía del rechazo de los venezolanos a los resultados de las elecciones parlamentarias que se hicieron en diciembre pasado.  Lo cierto es que en Venezuela sí hubo elecciones, sí se eligió una nueva Asamblea Nacional y ya Nicolás Maduro acudió a ella para entregar la memoria y cuenta de su gestión del año 2020, cosa que Trump no podrá hacer.

En una entrevista previa que había dado el 22 de abril a la periodista Elizabeth Fuentes publicada en el portal El Cooperante, Abrams había diseñado algunas pautas de su plan para Venezuela. Entendiendo que no es posible un futuro para el país sin la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y a pesar de todas las derrotas que ésta le propinó a la estrategia imperial, Abrams recurrió a sus bajos instintos al afirmar que “Una Venezuela con el Fondo Monetario, el Banco Mundial, los Estados Unidos y la Unión Europea será un país más rico para [la FANB] también”. Es evidente que en Harvard y en la London School of Economics donde estudió este recalcitrante sionista no le enseñaron historia de Venezuela.

A continuación, la periodista le preguntó “¿Si esos militares daban un golpe, Estados Unidos los apoyaría?”, su respuesta fue negativa por que, según él, Estados Unidos estaba en contra de todos los golpes militares argumentando que: “Según la ley en los Estados Unidos, no tenemos el derecho de dar un centavo de ayuda económica a un país donde hay un golpe militar”.

Ahora, la cosa se puso más grave, porque una cosa es que no conozca la historia de Venezuela y otra que no domine la de su propio país. No alcanzaría el espacio de este artículo para nombrar todos los golpes de Estado que a través de la historia Estados Unidos ha organizado y financiado en todo el mundo para después sostener militar, política, diplomática y económicamente a los gobiernos que han emergido. Solo para recordar los más recientes durante este siglo: Haití 2004, Honduras 2009, Paraguay 2012, Brasil 2016 y Bolivia 2019, por no mencionar los fallidos en Venezuela 2002, Ecuador 2010 y Nicaragua 2018 en los que no pudo concretar sus objetivos.

A continuación sinceró la posición de Estados Unidos para dejarle claro a los soñadores que aún creen que Biden es distinto a Trump. Al respecto, Abrams dijo que tenía la impresión de que demócratas y republicanos compartían la misma posición respecto de Venezuela. Para que no hubiera dudas, consagró que: “Cuando hablo con los líderes del partido demócrata en el Senado o la Cámara, no hay diferencias en la política nuestra en relación con Venezuela”.

Creía que era muy difícil que en Venezuela hubiera elecciones parlamentarias en diciembre, pero si llegaban a realizarse, hizo público su sueño más deseado:”… fácilmente Juan Guaidó podría ser electo de nuevo…”.

Al final, para no ser menos, y hacer patente el tradicional talante agresivo e imperialista, se acogió a la consabida amenaza que trae la declaración de cualquier funcionario imperial. Ante la interrogante de la periodista sobre una probable invasión militar a Venezuela dijo que: “Todas las opciones existen y no se trata de una política nuestra. Es un hecho, que en el mundo real tenemos las fuerzas militares más poderosas y eficientes del mundo…”

Que sean las más poderosas nadie lo pone en duda, pero ¿las más eficientes?… a ver, quisiera recordar por ejemplo, la chapucería del desembarco en Normandía en 1944 que Hollywood ha querido transformar en un éxito superlativo, la resistencia y victoria de Corea en 1953, la derrota que les propinaron en Vietnam en 1975 y en Playa Girón ,Cuba en 1961, la ridiculez  de los “súper SEALS”, fuerzas especiales de la Armada  en la pequeña isla de Granada en 1983 cuando se ahogaron porque se lanzaron en paracaídas en el mar cuando pensaban que lo estaban haciendo en tierra, el derribo de los helicópteros Black Hawk en Somalia en  1993.

Y más recientemente, la derrota de Israel en el Líbano en 2006, el fracaso de su intervención militar y el empantanamiento en Afganistán desde 2001, la unanimidad que aprobó el parlamento de Irak para solicitar su salida del país en 2019 donde existe un gobierno de mayoría chií aliado de Irán, su incapacidad de derrocar al gobierno de Bashar el Assad en Siria, el desastre de la intervención militar saudí en Yemen, la imposibilidad de amedrentar militarmente a China o a Rusia y por supuesto, la continuidad del gobierno bolivariano en la conducción de los destinos de Venezuela a pesar de que Estados Unidos mantiene bajo chantaje a los gobiernos de Colombia, ocultando los expedientes que conserva de cada uno de los mandatarios donde consta su alianza con el narcotráfico y/o el paramilitarismo a cambio de obligares a  instalar bases militares para rodear a Venezuela, de la misma manera que ha  emplazado barcos de la OTAN en el Caribe para impedir que lleguen alimentos, medicinas y combustibles al país.

¿De cuál eficiencia habla Abrams? Acepto que hable del poder basado en los grandes recursos que posee y que hacen que el país mantenga un gigantesco déficit presupuestario que con el correr del tiempo se hará in manejable produciendo la caída del imperio como ha ocurrido siempre a través de la historia.

En el caso de Abrams, sólo se puede hablar de un discurso que emerge de su profundo y enfermizo odio hacia los pueblos, que sin embargo han ido perdiendo el miedo y hoy, lo envían –una vez más- al estercolero de la historia de donde nunca debió haber salido y que solo evitó por el indulto que le concedió George H. W. Bush. Allí podrá encontrarse con Macri, Peña Nieto, Kuzcinski, Vizcarra, Cartes, Temer, Varela y otros, esperando que pronto recalen Uribe, Duque, Santos, Bachelet, Piñera, Bolsonaro y  Juan Orlando Hernández para seguir soñando con la destrucción de Venezuela. 

No sé si la política bipartidista que menciona Abrams lo mantendrá en el cargo, caso contrario, tendrá tiempo suficiente para estar con sus nietos y acariciarlos con sus manos llenas de sangre. Pero, si los demócratas no quieren cargar con su historial de derrotas y fracasos, podremos decir que lo único bueno de este cambio de gobierno en Estados Unidos es desprendernos de la obligación de tener que lidiar con el fascismo extremo que encarna este personaje junto a Pence, Pompeo, Mnuchin y otros que si están forzados a irse.

Vendrán otros, que incluso podrían ser peores, pero nadie duda que al menos por un día, mientras se hacen cargo, el mundo podrá respirar un ambiente más sano y saludable. Por nuestra parte, aquí estamos y aquí seguimos.

 

 https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2021/01/abrams-despide-tu-presidente-porque-no.html

 

 

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